jueves, 31 de marzo de 2011

El ayer atrapado entre dos vuelos



Caro Diario,

mañana me espera otra vez un avión.

Sabemos que se toma un avión para viajar a alguna parte, pero, viajar al pasado, casi remoto, es una experiencia que me deja en suspenso.

La magia del Face Book me ha acercado a alguien que no veo desde hace cuarenta años y como es muy complicado contarse tanta vida por mail o por carta, he decidido ir a visitar a Fermina, personalmente.

Fermina llegó a nuestra casa con sólo 21 años, tímida, respetuosa, callada.

Cumple años el 3 de abril, un día antes del cumple de Pucci. Hasta que ella cumplió los 31, los festejaron juntos. Él cumplía exactamente diez de menos. Sí, lo conoció cuando era un chico. Él y sus hermanos, crescieron de la infancia a la juventud, con las sopas de Fermina.

Ella estuvo en aquellos días en que los festejos dejaron lugar a la angustia y al dolor.

Compañera, desde un afecto profundo, secó mis lágrimas y sostuvo la esperanza cuando a mí se me caía, dando de sí lo mejor que un ser humano puede dar, el apoyo silencioso e incondicional, en cada momento.

Ahora soy yo la que llega a tu casa, Fermina, para festejar este cumpleaños con vos y contarte cómo fueron los cumpleaños de Pucci, hasta que se serró la suma de sus años.

Vamos a abrazarnos, a llorar, a mirar en las fotos, como ibamos cambiando, hasta ser así, como hoy nos encontramos. Quizás en el primer momento, nos sentiremos un poco cohibidas...cada una buscando en la otra la cara del recuerdo. Es que cada uno construye su recuerdo.

Pero en el abrazo se diluirá lo imaginado para dejar paso a la realidad fascinante del reencuentro.

Conoceré tu hija, la causante amorosa de este milagro. Ella , que tiene la edad del último de mis nietos, acercó nuestro ayer a través de las herramientas de hoy.

Tengo muchas ganas de abrazarla, de darle las gracias por por ser partícipe de este presente inesperado.

Veremos qué pasa. Dejaré hablar la emoción (como...en un día de domingo) y escucharemos su voz, al regreso.

El regreso, surcando las nubes, un 4 de abril.

martes, 22 de marzo de 2011

Cuando la vida sonríe

























Hola caro Diario!
Estoy aquí en un horario inusitado pero debo recuperar tiempos de compu que han quedado relegados por otras pasiones.
Por segunda vez, en los últimos dos años, he vuelto de la mano de mis hijos a mi amada Patagonia.

Tierra barrida por el viento que así de fuerte, no logra barrer los recuerdos. Recuerdos que me hablan de juventud, de ansias de descubrir, de ir más allá. Más allá del camino liso e infinitamente recto, para encontrar
el país profundo; sin hacerle caso al ripio, ni a los sacudones provocados por el golpear de las piedras debajo del chassis. Y los chicos mascando chiclets, por las dudas se agujereara el tanque!

La estepa patagónica: los arbustos redondos, mentirosos matorrales de espinas, que de lejos semejan inocentes arbustos puestos a decorar los declives.
Hasta que, de repente, aparece el bosque, desgarbado, despeinado, por aquel viento que es causa y parte de un paisaje único. Hasta que los ñires, sufridos y enanos, poco a poco, te introducen bajo la sombra de los gigantes. En las provincias más al norte, los pehuenes, majestuosos resabios de la Patagonia prehistórica, con sus aguijones siempreverdes, alcanzan los treinta o más metros en busca del sol. En el sur, en Santa Cruz, los cohiues, son los que dan sombra al intrincado sotobosque donde proliferan las cañas y el renoval de cada especie. Aquí nada es dulce, todo es bravo e imponente. Y muere o se reproduce sin que el hombre intervenga.
No me preguntes por qué, a mí que vengo de los verdes Alpes y los sinuosos Apeninos, me atrapó, me sedujo desde el primer encuentro, este paisaje.
¿Y los lagos? Ah, ¡los lagos! que pierden sus contornos más allá de lo que da la vista. Mares sin sal, infinitas gamas de azules o color leche, aquellos que se alimentan de los glaciares.
¡Bla bla bla! Me pasa siempre, el recuerdo se corporiza y no me deja soslayar lo que he dicho en tantos escritos.
Aunque para mí, caro Diario, cuando se trata de amores, vale repetirse.

Cuando se llega a Los Glaciares, ahí, la fascinación es otra. Y cambiante. Por eso no importa cuantas veces vayas, si además estás en compañía de alguien que los ve por primera vez. Es que en el gozo entra aquello de compartir. De exclamar, de encantarse y asombrarse juntos, felices de estarlo.
La joya más valiosa del cofre, el Glaciar Perito Moreno, nos recibió con sol y un calorcito impensados. En este incipiente otoño, solamente unas poquitas manchas amarillas, se asoman entre el brillo de las hojas de las lengas y los notros están todavía salpicados de flores rojas. Qué lindo! Me tiento, con mucho cuidado corto una ramita de cada color, sin pensar en las prohibiciones (cosa que me costará un buen reto!) Y sigo, bajando, subiendo, click por acá, click por allá, mientras observo a mis hijos que con sendas cámaras, persiguen el ángulo perfecto. ¡La placa!
Observo y me conmueve constatar que se ha pensado en "todos". Una infraestructura perfecta, en las pasarelas que llegan hasta la base del glaciar, permite que aún aquellos que tengan una movilidad limitada, puedan llegar tan cerca de la maravilla como cualquiera.
Y el viejo e incomparable brujo blanco, nos premia con estruendosos boatos a los que le siguen otros tantos desprendimientos que emprenderán su navegación por las aguas gélidas. Atrás quedará el escenario gótico veteado de azul profundo. Si le sumamos el arco iris que corona las caídas, se me ocurre pensar en la perfección con que la naturaleza prepara sus espectáculos.

El catamarán que nos lleva en la navegación por el Canal de los Témpanos, sale repleto. Me encantaría tener el don de lenguas, como dice San Pablo, para soprprenderme con las exclamaciones de los japoneses o de los alemanes! Por suerte no hay misterio en los comentarios de los italianos y de los franceses. Y se me ocurre una cosa linda: ¡cuánta gente diversa comparte la pasión de conocer lo que está más allá de su vereda!
Ese día llovió de a ratos, pero la atmósfera gris permanecía en el aire, dándole al paisaje un aspecto fantasmagórico, muy peculiar. Diría que ése es el aspecto que más se le condice. Y embruja.
En esos pagos, acuosos, el viento se transforma en escultor. Bizarro y persistente, en su ir y venir, dará forma a los témpanos que se alejan de los glaciares "madre".
Estos majestuosos monumentos de hielo, sugieren lo que tu fantasía quiera interpretar. Translúcidos, con tonalidades que van desde el azul profundo al turquesa o brillantemente blancos como diamantes, pueden representar caballos en carrera, un pato con su cría a la saga, puentes bajo los cuales el agua corre mansa, ventanas abiertas sobre el mar o palacios marmóreos de treinta pisos de alto. Algunos aparecen amarronados por los detritos de roca que arrancaron a la montaña en su deslizar.
Sobrecogedor. Siento que deberíamos escuchar el silencio. Que debería ser el único sonido que se perciba en esos santuarios. Desde el primer encuentro con aquellas irreales esculturas las bauticé, azules catedrales.
Como dije, de una vez a la otra, nada es igual. El Glaciar Upsala, retrocedió dejando a la deriva unos tempanos
altísimos que escondieron la bahía Onelli y su portezuelo. Desde ahí nos acercábamos al glaciar del mismo nombre, por un camino de unos mil y pico metros a través del bosque. Allí ya no se llega.
Hacía mucho frío, sin embargo, el pasaje entero, colorido y ansioso, estaba todo afuera. Las barandas no dan abasto para que todos se asomen. Es así como de repente, mirando el visor te das cuenta de que sacaste una foto a la cabellera gris de un señor o a las gorras multicolores de los japoneses. Había uno en particular, que hizo gala de un atuendo tan especial que se volvió el modelo más buscado por los fotógrafos!
No faltó el gran balde de hielo, rescatado de las olas gélidas, para el brindis de los primerizos.
La estación lacustre, a unos treinta kilómetros de El Calafate, se llama Punta Bandera.
Al llegar, en la tarde, con la emoción a cuestas, la bandera, es lo primero que nos saluda en tierra firme.
Estoy segura de que nadie sale "indemne" de un paseo así. La vibración dura hasta donde y en tanto dure el recuerdo.
Cierro, caro Diario, con una sugerencia personal: debería ser obligatorio, para cada argentino, ir una vez en la vida a...reverenciar, SUS azules catedrales.








































viernes, 11 de marzo de 2011

Lágrimas impotentes

Hoy, caro Diario, lloramos por todo lo imponderable que nos acecha como pequeña humanidad que somos.
Hoy, millones de gentes, como uno, familias como la mía, la tuya las de todos los hombres, ni tendrán la fuerza para preguntarse ¿por qué?
Nuestra casa, nuestra madre tierra, está matando a sus hijos que no tienen armas para defenderse ni encontraron medidas para prevenir sus ataques.
No creo en lo que dicen, que se está vengando. Me parece pueril. No acepto esa culpa que amamos endilgarnos de que "estamos destruyendo al planeta". Ciertamente producimos demasiado humo, demasiado plástico y talamos quizás demasiados árboles. Pero eso que hoy ha matado y seguirá matando, viene de adentro, de abajo, desde dónde ningún hombre ha podido llegar, no ser con sus estudios y sus mediciones que por casi exactas, todavía no nos ayudan.
Frente a esto sólo siento impotencia.
Entonces rezo, rezo casi sin mirar al cielo, porque en estos momentos debo acallar las dudas.
Rezo, como en los momentos de absoluta soledad, desde lo profundo, para todos aquellos que están sufriendo tanto dolor.
Y pienso en éso: ¿cómo podemos vencer el dolor?
Quizás, rezando desde lo profundo, como aprendí de mi abuelo:
De profundis clamavit, Te Domine !
(Desde lo profundo clamo a Ti, Señor!)


lunes, 7 de marzo de 2011

Mujer, MUJERES


Hoy vamos a saludar a nuestras congéneres. Sí, aunque tú Caro Diario, tengas un nombre masculino, sé que te devora el alma de una mujer.
Entonces, abrazame a mí primero! Ya está, de aquí en más va nuestro inmenso abrazo para todas las que están en mi vida. Cada una sentirá que la estoy abrazando.
Las que ya no están, tienen mi tierno recuerdo y las miles de gracias por lo que me han dado y dejado.


El día de la Mujer honra un martirio, no lo olvidemos! Quizás sea ésa la razón por la cual en este momento, pienso en las mujeres de la guerra, las que están entre el fuego y el hambre, las que pierden sus hombres y las que no pueden conservar la vida de sus hijos.

Desde este lugar privilegiado, donde se hilan tan fino los sentimientos, donde cobra tanta importancia "lo que me pasa", quiero mandar, con un poco de vergüenza, a todas aquellas hermanas, mi rezo y mi abrazo.

Estoy segura que les llegará.


Que el buen Dios proteja tu vientre,
primer cobijo de la Vida.
Que tus manos acaricien
que tus pechos alimenten
que tus palabras enseñen.
Y cuando estés cansada,
que encuentres caricias
cobijo y alimento.
Que tus enseñanzas
vuelvan hacia tí transformadas
en palabras de amor.

Ahora vamos a cortar de mi "jardín" virtual, las más lindas flores, para todas las Mujeres







domingo, 6 de marzo de 2011

El caballo de Atahualpa


Sí, caro Diario, el caballo tira pa' adelante y el alma tira pa' atrás.
Entonces, esta noche sigamos al caballo y dejemos el alma tranquila, desensillando hasta que escampe.
La luz vuelve, ya no como un rayo que enceguece, sino como una lumbre suave que justifica el seguir andando.

Quizás demasiado verso, en esta hora en que una reflexiona solita, en las idas y venidas que acontecieron después de nuestro último encuentro. Está bien, tenés razón, sólo aceptame aquellos momentos del alma. Hay que pasarlos y no borrarlos, cada verdad tiene su momento y su circunstancia. Cómo y por qué las circunstancias cambian, se debe a cuánto ponemos en ello para que así suceda. Así es, aunque no es gratis.

Hoy es otro día y otra circunstancia, con la sensación liberadora de haber sido comprendida...y paso a paso, se puede retomar el camino. Largo o corto, es el camino por donde me lleva el caballo, llevando el alma en ancas. Sin dejarla atrás. Para que no se asuste, para que no se equivoque: nunca ha estado ni estará sola!

Hace un par de días se fue el Focus. ¿Qué cosa? Sí mi Focus, un auto, sólo un auto que seguramente, en su alma de auto, llevaba los surcos de la Buena Ventura, el tarareo de Puccio acompañando "Imagine", el ripio de la Patagonia, el olor del mate de Graciela y Eduardo. mis kilométricas confidencias con Tato y los largos monólogos de Carlos C. buscando una respuesta que nunca ha encontrado.
Un auto se lleva, en su vida, un trozo grande de la tuya. Me entendés? Ya sé que hay muchos que no lo entienden...después de todo, es sólo una cosa! No, un auto nunca es sólo una cosa. Por éso lloré mientras lo veía subir la rampa del garage. Y de repente me puse sorda de un oído.

Hoy ya llegó otro amor. Sí, sabés que yo me enamoro. El 207, nuevito, sólo mío, llega en esta otra etapa. Ya no tendrá tareas de automacho, así que lo bautizaré comme il faut, al femenino, la macchina, será la macchina, la duecentosette! Bonita, plateada, una piccola freccia d'argento. Ahí está, se llamará Freccia!
No te asustes, nos ciudaremos mucho! Susi, Pablo, el asiento se levanta y alcanza para que vea bien! Además, ojo chicos, tiene MP3 y no sé qué otra cosa interesante por la cual puedo hablar con el celu, a través de la radio! Cosa 'e mandinga, diría mi amigo Atahualpa.

Estoy contenta, gracias, grazie grazie a todos y por todo.
Y como es debido, aquí va la última foto del Focus.