viernes, 27 de mayo de 2011

Certámen "Caminando el Bicentenario"

Caro Diario,
acabo de recibir un premio, el tercero del certámen, por el cuento que agrego a continuación.
Cuando decidí participar me sentí un poco caradura; ¿qué sabía yo del Bicentenario? A no ser otra cosa, que se conmemoraba la fundación de un país nuevo; que como toda fundación había necesitado de gente con sueños y agallas. Que ese país nuevo me había adoptado, es decir, nos habíamos adoptado reciprocamente.
Dejé fluir recuerdos y y vestí con ellos a la veinteañera que descendía de un barco en busca de "su" América.
Gracias a ella tengo una linda medalla, con la cinta blancoceleste y un diploma con el cual la Sociedad Atgentina de Escritores quiso recibir a mi heroína.
Gracias.


Su madre la había llamado, América.

Habían pasado cinco semanas desde que el barco zarpara del puerto de Génova. Semanas interminables, donde cada uno trataba de pasar el tiempo como mejor podía. Ella había traído lana azul y agujas con las que tejía un grueso saco para estrenarlo al bajar a tierra. Con la guía de Anselma, a quien había sido confiada, le estaba saliendo una linda prenda, y tan ocupada estaba que hasta la tristeza se diluía entre un derecho y un revés.
Le habían dicho que en junio, en América, encontraría el invierno. No lo podía imaginar. Con las manos asidas de la borda fría, pensaba en el cerezo de su abuela. Sí, las cerezas maduradas al sol, solían traer dulzura a la mesa en la que desde hacía rato la comida no abundaba.

La guerra contra los austriacos impedía el abastecimiento y debían conformarse con lo que había. Pan y polenta durante los largos inviernos y raramente, un pedazo de carne equina agregaba un modesto estofado que se cocinaba con más amor que ingredientes.
Después de la muerte de su madre, la abuela la había llevado consigo, por suerte eres hija única, le había dicho en un arranque de sinceridad, pero ya tienes dieciocho años y tenemos que encontrar un marido o nos quedan las Dominicas.
Habían transcurrido tres meses largos antes de que llegara la respuesta de su padre. Ella esperaba que no llegara; casi no lo conocía. Se había ido a Buenos Aires antes de que ella naciera…por eso su madre la había bautizado América. Era la voz de su esperanza, la de llegar allá, algún día. Él siempre había postergado esa posibilidad y su madre la había criado sola.


“Estimada suegra,
es mi deseo que la niña venga conmigo. La muerte de mi amada esposa le ha quitado todo sentido a mi ir y venir. Ya he dejado la marina mercante y quiero establecerme en Buenos Aires, ahora que los patriotas están poniendo las condiciones para que este sea un país libre y próspero, cosa que lamentablemente no sucede en Italia. Con las relaciones que tengo en el comercio he podido iniciar una actividad exportadora. América tendrá oportunidad de enseñar italiano en la casa de algún emigrante acomodado. Hay familias que desean que sus hijos no pierdan el idioma materno…”

Así se había decidido su porvenir, sin preguntarle qué cosa prefería ella. Ni siquiera había podido despedirse de Antonio, su héroe, el mismo que su abuela le prohibía ver, es un fanático y pronto llorarías por él. Radetzky ¡no es avaro con la horca! De nada le había servido defenderlo, explicar que luchaba por la libertad y que ella estaba dispuesta a seguirlo adónde fuera. En aquel momento él estaba con su rey, en batalla contra los Absburgo. Italia vería mucha sangre antes de ser nación.

El Nuevo Mundo se escondía detrás de una densa bruma que ocultaba el puerto y cualquier otra cosa hubiese más allá. El barco se quedó quieto esperando que se abriera la cerrazón. Hacía frío en el puente de proa, pero los cincuenta y dos pasajeros, con sus ansias a cuestas, se empujaban para asirse de la borda y agujerear con la vista la neblina hasta divisar allá abajo una cara, tal vez sólo conocida, tal vez añorada durante largo tiempo.
Anselma le había enrulado el cabello pero ahí, en medio de la nada, la humedad le deshizo los bucles. La cara pálida y lavada por las lágrimas, tenía una expresión desolada. Vamos señorita, póngase un lazo celeste y sonría que su papá la espera. La buena mujer ponía esperanza en la voz; toda la que ella misma necesitaba. Venía en busca de su hombre que había partido dos años atrás para hacer la América. Solamente le quedaba encontrarlo; un par de cartas escritas por un cura y las señas de una misión, era todo lo que traía, y su coraje.
Por la escalerilla resbaladiza, una maleta en cada mano, llegaron a tierra. América buscaba a su padre entre la gente agolpada en la salida y tuvo miedo de no reconocerlo ¡hace tanto que no lo veo! Anselma la tranquilizó, pero usted no ha cambiado y él sí la reconocerá, no se preocupe.
Sin percatarse cómo, se encontró apretada entre dos brazos fuertes ¡ piccina mia! el hombre, la cara curtida, sólo lucía un espeso bigote. Se ha cortado la barba, padre, ¿quién podría reconocerlo?
Treparon la barranca húmeda y barrosa. No había piso de piedra ni calles. En la explanada esperaban carretas y coches que tenían las capotas levantadas. Los caballos cabeceaban exhalando humo de sus narices. Todo era gris en ese junio increíble. Póngase felíz señorita, le dijo Anselma subiendo al pescante, usted se llama América y llegó a la tierra que su madre solamente soñó.

La mujer de su padre era hermosa, de ojos negros y duros. Llevaba el cabello oscuro recogido en ondas anchas, rematadas por un peinetón. Lucía falda de seda, blusa cándida y un chal bordado con rosas carmín. América se vio miserable. Con su sacón azul, tejido por ella, la falda embarrada y el pelo llovido, se quedó cerca de la puerta de esa casa, a la cual supo que no pertenecía.
Recordó a su madre, limpia y sencilla, los ojos azules y dulces, el cabello rubio, fino como hilos de oro y la voz. La voz que acariciaba, enseñaba y consolaba.
Una mujer negra acudió al llamado de la patrona, ña Miranda, lleve las maletas de la niña al desván. Nunca se sabe lo que puedan traer del barco.Vacíelas y lleve todo al piletón.
Anselma quieta como una sombra, apretaba su maleta. Vaya a la cocina, dijo la señora, ya le mostrarán dónde habrá de dormir. Ni siquiera la había mirado.
América, en tanto, pensaba en el misal, en sus libros, en las cartas de Antonio. Tímidamente dijo, me quisiera cambiar. El español le salía con dificultad, sin embargo ¡había leído tanto!
Su padre había desaparecido alejándose por un largo corredor. El frío era mortal. Miranda te enseñará tu pieza. Encontrarás ropa limpia. La voz, tan fría, como el frío mismo.
Ignoró las ropas que la esperaban en el camastro. Dejó el cuarto pequeño y helado, que daba a los fondos y recorrió de vuelta pasillos y patios. Esto no debe ser la América que mi madre soñaba. Pero llegué hasta aquí y tendré que encontrarla. Con la nariz al aire buscó olor de cocina.



Hacía días que habían dejado atrás la ciudad y el puerto. Habían cambiado varias veces los caballos y en esas soledades sólo se escuchaba el rugido del viento. Sin embargo, América quería reconocer en ese rugir, un grito de libertad.


La Misión se destacaba en la llanura barrida por el ventarrón. El padre Ignacio las hizo pasar a la sala donde alumbraba un buen fuego y llamó a Gervasio, el novio de Anselma. Un leñador no llora, pensó el hombre. El abrazo fue apretado y silencioso. América los miró emocionada.
Anselma la había traído a la Patagonia. Ella no tenía otra cosa que la esperara más que un aula. Pidió visitarla. Ahí, sola, imaginó voces de niños…

"Espero que no se asuste, señorita, son sólo quince los chicos, entre nativos y criollos. Son buenos…solamente, una vez por semana hay que despiojarlos. Pero no se preocupe, aquí nos acostumbramos a hacer de todo. Y es que hay mucho por hacer."
La voz que la sobresaltó pertenecía a un hombre joven, moreno, y sonriente:
"Ricardo Menéndez, soy médico." La mano que apretaba la suya era firme. Unos ojos profundos y negros le daban la bienvenida. Se distendió.
Tal vez ésta fuera la América que había venido a buscar.

jueves, 19 de mayo de 2011

Pregunta










Hoy, caro díario, vamos a reflotar un viejo poema que encontré escondido en el cajón de los escritos perdidos (o de los papeles amontonados!)

Vamos a ponerlo en línea, para que Blogger no se enoje y me lo desparrame sin sentido alguno. Decía (dice?) así:



¿Qué es?

Es fuego/ Es luz/ Es sol// es tormenta en el alma/ es vivir esta vida/ atrapando el momento.//

Es un sueño/ un recuerdo// es la paz que me falta/ y es un miedo tremendo// ¿a qué? //

que no arda ese fuego/ que la luz se haga sombra/ que ese sol ya no alumbre// que me invada la calma/ que me olvide del Sueño//

que se apague mi alma.



Entonces, ¿decía o dice? Los poemas son "momentos". Los momentos no se repiten pero puden dar paso a otros que se le asemejan.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Saudade, spleen...

...nostalgia. En cualquier idioma: tres definiciones para un mismo sentimiento.
Escuchame Diario, si te creés que es patrimonio nuestro, de los que... digooo, los que estamos acá desde mucho tiempo, entonces te mando a leer el post que escribió mi nieta, "viaje a Dublín".
No importa cuán lejos o cerca estés en el tiempo; si es corto o largo el camino que te ha alejado de aquello. Lo que vale es lo que has traído contigo desde aquel lugar. Será un soplo de viento, un olor a lluvia o una canción...algo de tanto o de tan poco, pero fue ese espacio de vida que ha quedado en tí, él que hoy se esconde detrás de esas tres palabras.

La vie en rose, Verónica. Vos la estás viviendo, yo la he vivido y la nostalgia tiene la misma música a pesar de tan diferente distancia.
Es bueno ¿no?
Ahora me voy a la cama y taaa rari rari raraaa, me romperá la cabeza hasta que me duerma.
Gracias, nieta!

miércoles, 11 de mayo de 2011

Garabatos del recuerdo

Arona 2007-Expo. Andy Warhol




"Si hubiese querido hacer una verdadera película de sexo, hubiese filmado una flor que da vida a otra flor"

Hola Diario,



cuando te desapareció un número de teléfono y se te agotaron las súplicas a San Antonio o a san Pascual Baylón, tenés que volver a la circunstancia en la cual lo anotaste.


Es así como me metí en viejas libretas de viaje. Verdaderos "taccuini" (anotadores) de lo más diverso, desde las cuentas de aquellos días en...o el verso que te inspiró aquello...o ese e mail con las idicaciones para llegar a...justamente la persona de la cual perdiste el número. Así fue que, oh milagro, entre las hojas de la libreta 2007, ¡apareció!


Hecha la llamada, el viejo"taccuino" podía volver al cajón, sin embargo cada hoja garabateada recobró su significado, aunque tuve que buscarlo en un extraño desorden. Generalmente escribo en cualquier lado, en la cama o en la mesita de un bar, sin poner atención en qué sentido van las anotaciones y ahora, para leerlas, debo ir girando la libreta de arriba para abajo.


Entre los gastos diarios en euro: nafta, bar, tarjeta telef, peajes etc, la lista de los regalitos que compré o ese verso extemporáneo: Inexotable el tiempo/ gotea/ como un fruto maduro que escribí en el tren, aparece la joyita que encabeza este post.


Y la quiero compartir porque ese cuadro y esa interpretación - del mismo autor - integran una obra bella y de una infinita poesía.




La circunstancia? La visita a la exposición, ahí nomás, cerca de casa.


Un rato compartido con mi hijo y mis nietos entre el ir y venir, desde Piemonte a Liguria... desde la montaña al mar.






Aver fede nel dono di una giornata impossibile... Tener fe a que llegue el don de un día imposible...


Esto también escribí en el revés de una página.
















sábado, 7 de mayo de 2011

Emociones



Carissimo Diario,


sabemos que la vida atraviesa por distintas emociones, algunas que nos vienen del afuera, otras desde lo más íntimo. Allí, donde también se alojan aquellas, que sólo nos acompañaron en alguna corta etapa de nuestro andar.


El escribir, se ascrive a lo más íntimo. La emoción se transforma en exitación cuando la palabra, aquella que más se acerque a lo que quieras decir, se esconde empecinadamente entre las miles inútiles que se te ocurren.Atraparla se vuelve una obsesión; por esa razón, el escribir se transforma en una pasión.


Ayer, emoción y pasión, se fundieron para celebrar la presencia de otro libro en la máxima exposición de lo escrito que conocemos acá, por casa. La Feria del Libro 2011, me deparó la alegría de ver "Gotas azules" en los escaparates de la "Zona Poesía".

En tus páginas, caro diario, está registrado el momento en que el librito vio la luz.

Ayer estaba en ese stand luminoso junto a otros, que desde las tapas sugerentes, inducen a los curiosos a conocer el contenido.

En ese lugar se dio lo mejor: la emoción del encuentro, la alegría compartida, más allá del logro personal, con el afecto que acerca a los que los desvela la misma pasión. Y resultó un canto a la amistad.

Fue una tarde especial, aunque desertada por muchos que hubieran estado conmigo, por culpa de los engorros del tránsito de Buenso Aires.

Ausentes con aviso, que de todos modos, estuvieron allí.

Y estuve con mis amigas, las...que nos queremos tanto, estabamos ahí con nuestros libros.

Muy cerca de ahí, a un paso, se podían encontrar aquellos grandes libros, que en algún momento, hicieron que empuñaramos una lapicera para no dejarla nunca más.



jueves, 5 de mayo de 2011

De lo bello, lo bueno, lo joven

Recibí hace unos días, una invitación en Facebook, para asistir a "Charlas de té". Había entrado un par de veces en el blog de Mariana Jaroslavsky. Me había parecido original y bien escrito (¡cosa que me gusta mucho!) pero de no haber sido por la intervención de mi nieta, quizás lo hubiera dejado pasar. De hecho no le dije que sí, pero repensé la propuesta y decidí hacerle una sorpresa. Así que allá fui.
El sol me acompañó en el viaje, calmo, con poco tráfico, por Libertador hasta Tigre. ¡Un paseo!
Al llegar me encontré abrazada con Vero, en medio de la calle, reeditando la alegría del encuentro.

La cita era en una vieja casa reciclada, una mezcla entre un abigarrado "antique", coloridos almohadones, un mostrador de campo. Afuera en la terraza, bajo el sol, me recibieron viejos sillones de hierro, (como los que teníamos en La Buena Ventura) mesas de madera lavada y un cantero de lavanda perfumada.

La mesa preparada, para el té como debía ser, estaba puesta con un aire ancien y convocante. Éramos, por ser jueves de mañana, sólo mujeres.
Mariana, la que "sabe de lo que habla" nos introdujo a través de leyendas, historias y explicaciones casi técnicas, en la magia del té. Utilizando un hablar dulce y didactico a la vez, condimentado con su magia personal, nos supo llevar por antiguas y lejanas rutas, hasta el emperador chino que descubrió el elixir, allá por el 2700 a.c.
Es tanto lo que sabe, que no faltaron siquiera fechas, refrencias histórica y comerciales.
Nunca supuse que en algún momento, yo podría tomar té poniendo tanta atención en captar los diferentes sabores, colores y aromas. Lo que me asombró ¡fue lograrlo!
Al haber aprendido, el ponerlo en práctica puede llegar a transformar la monótona merienda, en una delicia...ojo, sin azúcar ni edulcorante ¡ahhhhh!
Tampoco puedo soslayar los manjares elegidos en sintonía con el té del momento.
Dulces y salados...dignos de la ceremonia y, por suerte, olvidados de la dieta.

En fín, una mañana bien "gastada" es decir, gozada, con ganas de repetir esa experiencia tan serena y relajante.
Un valor agregado: apreciar la pasión de esas jovenes, que crean y recrean con sentido de lo bello, que se introducen en el camino de las antiguas sabidurías, con el entusiasmo de los nuevos tiempos, construyendo un todo realmente armónico.
Y mi nieta documentando, desde la sensibildad que presta a sus fotos, al acercar o alejar los objetos y la luz. Por sobre todo, captando la luz.

domingo, 1 de mayo de 2011

Un recuerdo del futuro





Caro Diario, hoy seguimos con el taller del "yo": consigna escribirse una carta, sí, a una misma, pero ubicarla dentro de diez años.

Ma scherziamo?? Esa pregunta tan tana, es lo primero que se me ocurre.

Digo, ¿me están cargando? Y, para colmo, conjeturar sobre qué nos responderá el espejo en ese entonces.

Mirarse en una foto es un poco como mirarse al espejo. Así que, aunque quizás no se me de por comparar, esa soy yo aquí y ahora.

Y va la carta, de Rosanna a Rosanna.


En ?¿?¿, el día 22 de abril de 2021



¿Cómo estás?

ya sé, me vas a contestar, bien. Así debe ser, aunque sólo me queda creerte, porque se me hace difícil distinguir tu cara a través de este inmenso cielo decenal.

Las nubes van y vienen, difunden la imágen, de a ratos te esconden pero cuidado, mi amiga, no me podés engañar culpando a mis ojos (¡ese izquierdo!) porque sabés muy bien que nunca le dimos demasiada importancia.

¿Te acordás cuándo nos molestaba el sol en el parabrisa? Y mirá que cabeza la tuya, todavía manejando...claro que seguramente, elegís la mañana pa' ir al poniente y la tarde pa' ir al naciente...ya que ahí, tal vez, sea más fácil elegir el camino.

Así es. Según veo, los vicios no te abandonan ni ahora que sos ¡madre de abuelos!

Claro que los abuelos y, a mayor razón las abuelas, siguen siendo hermosas y disfrutando la vida tal cual vos lo hacías a esa edad.

Decime ¿estás o me engaño, a estas horas, tipeando un e mail a un bisnieto?

Esa vieja amorosa costumbre. Lo sé, trascender al futuro. Eso siempre nos pareció importante y por suerte, ¡a ellos también! Dejar que conocieran nuestra ruta, acompañando la que ellos eligieran. Hijos, nietos y los que vinieran después. Sembrar. Siempre hemos sembrado, ¿te acordás? y ¡mirá qué frutos!

Me dejás divagar ¿verdad? y vos ahí, ya pasada la medianoche, todavía pegada a la pantalla, al cien por cien, para verla mejor.

Con los lentes montando la nariz, te veo yendo al encuentro de alguna historia que brota de tu mente. Seguro, porque...¿quién te para? Y ¿quién para tu mente?

El teclado vuela mientras escuchas su voz y la noche se hace alba, sin que te des cuenta...como de costumbre.

O, quizás, (pienso)ahora son tantas las voces que escuchas, que ya no precisás ni teclado ni pantalla. ¿Quién puede saber? Tal vez, estás en ese espacio que no necesita del cyber para comunicarse con los seres amados.

Tu último cumpleaños, contame...¿cumpliste 93?

Si es así, ¡felicidades! Y sigamos haciendo aquello que siempre nos gustó, ¡recordar!

Raras veces hemos discutido vos y yo ¿verdad?Podía pasar que ante uno de mis impulsos de ariana, me sugirieras la duda, pero duraba poco, las dos sabíamos que iríamos adelante, el cabello al viento danzante sobre los hombros, hacia esa nueva meta, por loco que pareciera.

Era castaño, el cabello? ¡Jaja, no me acuerdo!

Te propongo entonces que nos miremos al espejo. Dale ¿de qué tenés miedo?...Ah, entiendo, solamente se ven los ojos. Alegrate. Es el brillo lo que queda, sólo el brillo de esa larga vivida intensamente, amada y amando...¡tanto, tanto!

Te dejo por hoy. Como de costumbre...es tarde acá en Acassuso.

Ojalá puedas contestarme.

Sepas que te quiero mi amiga, la más cercana, la más sincera, la que me dejó vivir, como dice aquella entrañable canción, a mi manera.

Por siempre tuya.

Rosanna