sábado, 30 de julio de 2011

Qué buena es la vida!

Caro Diario, el título no es sólo una exclamación: es una afirmación.
Siempre hay un "día después", por suerte, que nos reporta a considerarlo así.
Ayer llegó Ale a casa. Sí, ya sé que nos vimos hace apenas un mes, pero el tenerlo acá, me hace sentir la alegría de volver a verlo en su lugar.
Él viaja por todo el mundo y la mayoría del tiempo, tengo que remitirme al último mail para recordar si, en ese momento, está en China o en Ucrania. Ahora también llegó acá pasando antes por Filadelfia y Miami.
 Pero anoche durmió en su cuarto y su hermano, mi Pablo, se quedó a dormir también en la habitación de al lado.
Creo saber, intuir los sentimientos que fluctuaron en la casa de sus padres porque no es difícil intuír los sentimientos de los hijos.  Y me enternece.

Va a ser una estadía corta, pero serán días felices. Hasta la manera de comunicarlo, lleva en sí la alegría...¿sabés? Llegó Ale! Así es cómo se lo dije a mi amiga al  contestar su  ¿cómo estás?
Bien, estoy bien, estoy contenta mañana prepararé una comida rica, que es la manera que tiene una nonna de saber que está felíz. Porque ya no tengo tantas ganas de cocinar, sin embargo, si se que vienen mis nietos, las encuentro! Debe ser por lo que encierra el concepto de alimentar la vida, porque, de veras, no es lo más importante que me une a ellos. Tenemos vínculos que van más allá de un buen plato y los celebramos cotidianamente, Pero el convite es en sí, la celebración más genuina de la alegría.

Aprovechémosla, entonces y como diría mi nieta lalala lalalaaaaaaaaaaaaaaaaaa y el verso, hoy, va por dentro!

jueves, 28 de julio de 2011

El último arrorró

 
Duérmete ahora, hermano
dulcemente.
Duerme tu siesta, te lo ruego,
hasta que veas cómo se apaga la luz en mi ventana.

Despierta entonces,
yo te estaré esperando y de la mano,
alcanzaremos nuestro patio de juegos
donde la luz, eterna, será la luz
de nuestro amor, hermano.

Rosanna - 28 de enero, 2011

A mi hermano, que emprendió su viaje, hacia el infinito, hace seis meses.

sábado, 23 de julio de 2011

Había una vez un tren

Hola Diario,
hoy fue un sábado colorido. La cita era en la Estación San Fernando del tren de la Costa. Idea de Vero, que siempre en busca de nuevos enfoques, hoy nos invitó a padres, hermano, Vicky y yo a conocer una feria en un andén. Allá fuimos con las inevitables Nikon colgadas del cuello. Sin falta un post en "Alma" dará buen testimonio del paseo.
Sabores, colores, aromas, texturas, sonidos, plantas y flores. Todo ecológico, sin contaminantes, desde los exóticos brebajes indios (ricos!) y las comidas vegetarianas, hasta las lechugas y zapallos orgánicos, lanas hiladas a mano, ropa tejida para fríos polares y los tintineantes instrumentos artesanales, cada cosa invitaba a internarse en la senda de lo esencial, despojado de artificio. A la vera de los rieles, de un lado y del otro de la vía, se pretendía resaltar lo natural. (No había tomates, porque en esta época, sólo se consiguen los cultivados artificialmente).
Todo muy lejos del marketing habitual. Los desprevenidos como yo, que no habían llevado bolsa, tenían que llevarse las verduras en la mano: allí no hay plástico ni para envolver los brócolis!
Sol y naturaleza auténtica, casi lograron convencerme, hasta que apareció el tren. El no tan viejo Tren de la Costa, de recorrido corto, estético en su color verde inglés, aunque no tan popular por el costo del pasaje, hoy llegó a arruinar el escenario.
En este caso la nobleza no tuvo tiempo para obligar: evidentemente intervino el déficit para que el trencito romántico vendiera su alma al diablo. Los vagones irreconocibles, pintarrajeados con diversas y superpuestas publicidades, me hicieron pensar con tristeza en la dificultad de conservar la estética y la dignidad cuando falla la administración.
Quizás nadie se dio cuenta; la gente se acostumbra a la contaminación visual. De hecho en eso no tiene voz ni voto. Y, razonando: si para que el tren siga andando, hay que vender el estilo al mejor postor, no hay elección.
Pecado! Trataremos de consolarnos con lo otro. Con eso natural, orgánico e incontaminado que nos ofrece esa gente un poco extraña, algo hippy, que ocupa los andenes en una mañana de sol.
Pero qué paradoja!

miércoles, 20 de julio de 2011

El día de la Amistad

...o del amigo, particularizando el significado. Fue hoy. La celebración pasó a través del espacio, el cyber y el celular. Para los más antiguos, el nexo fue el teléfono. Para los más afortunados, la reunión.
¿Te das cuenta, caro amico Diario, de cuánta necesidad tenemos los humanos de sentirnos amados, de saber que no estamos solos?
La Amistad, esa forma de amor que resiste la distancia, que se presenta aún sin buscarla, a veces solamente aportando la palabra justa en el más terrible de los momentos, hoy encontró la forma de "decirse", de prentarse a sí misma con las más diversas manifestaciones: poéticas, emotivas, risueñas, lúdicas y fotográficas (puede que se me escape alguna).
Hoy, en alas de la amistad, nos hemos dejado transportar por hermosos paisajes, nos hemos deleitado con música sublime, identificado con un poema de Borges y nos hemos emocionado con las caricias de un león...todo sin movernos de la computadora!
Hoy estuvimos más sensibles que nunca. Hoy nadie ha mentido un sentimiento, hoy, quizás, hemos descubierto un amigo que no reconocíamos como tal, en fín, hoy no nos avergonzamos de decir "te quiero". ¿A todos por igual y para siempre? ¿Qué importa? Este hoy es lo que VALE,  hoy recibimos y repartimos a corazón abierto el afecto que nos desbordaba.
Gente: hoy ¡celebramos! Hoy nos sentimos en paz, comunitariamente.
Entonces gracias por todos los te quiero, por todos los abrazos, por las flores, por el tiempo en que cada uno ha sentido que el otro era más importante que el tiempo mismo.
Gracias a todos y gracias a los que ya están en el infinito sin tiempo, a ellos que me sonríen desde una fotografía y acarician mi alma con el recuerdo de sus voces, gracias por estar en mí.
Ahora apagaré la compu, tan protagonista en este día; falta media hora para que termine, entonces: ¡muy felíz fin de Fiesta para todos!

sábado, 9 de julio de 2011

ida y vuelta

Acá estoy, caro diario. Me dirás que faltó la despedida que fue a parar al otro blog, el compartido "yoyo". Así que estoy aquí registrando el regreso de un viaje más corto que de costumbre, aunque con un ingrediente novedoso.
Valentina, ahora lo veo más claro en fotos, disfrutó el sueño realizado: Venecia con todo y la yapa de unos días muy soleados en mi casa y en varias partes de nuestro Norte de Italia, tan bello en su verano verde y azul.
Digo que lo veo más claro ahora en los momentos que la cámara capturó, dónde habla la imagen.
Al principio, me costaba entenderla. Para alguien tan tan extrovertido como yo, la falta absoluta de la mínima exclamación, resultaba un poco extraña y, porque no decirlo, un poco desilucionante. El aprecio por tal o cual cosa, llegaba sólo como contestación a la solicitud de una opinión. 
Pero si se observa un poco en profundidad, cada persona se manifiesta a su modo. Ella es naturalmente callada, muy celosa de "sus" cosas y de su vida. El estar conmigo, en cada momento, y en circunstancias tan distintas a las normales, quizás la inhibía más de lo debido. Creo que optó por hacerme sentir su agradeciniento, haciendo lo mejor que sabe hacer...¡mejor que nunca!
CasaMeina resplandeció como nunca. Es chiquita y acogedora y de la mano de ella, se volvió también brillante. En los pocos momentos en que estábamos en casa, se las arreglaba para lustrar! Es que ella necesitaba su tiempo para procesar tantas emociones diversas.
Ahora habla, cuenta y se ríe sola, pasando y repasando las fotos en el marco digital. Se embeleza y reembeleza viéndose y apreciando los lugares como si recién los descubriera. Y mí espíritu se alegra al ver que no me había equivocado.
Y Rosanna? Esta vez hubo una diferencia. Europa se me acercaba desde las columnas de Ércules, iluminada por el sol naciente. Una aurora muy aurora, al este de mi corazón. Me atrapó de manera distinta y la saludé así:
     Al cabo de miles de millas oscuras
     el sol asoma sobre le viejo mundo.
    Mi tierra, tan lejana y tan cercana,
   graba sobre mi piel su geografía.
Eel resto es cosa sabida: hasta el tac de las ruedas sobre la tierra, asemeja a un latido, cuando posan en la pista de Malpensa.