miércoles, 28 de septiembre de 2011

Lapachos en Santa Fe

Caro Diario,
yo no estuve nunca en Rafela, pero la magia del encuentro que rige nuestras vidas y aparece en cualquier parte, hizo que la conociera en el aeropuerto de Roma.
Con Marisa, una santafesina joven, intelgente y sensible comenzó un va y ven de e mails por donde descubrimos las preferencias literarias, lo que hacemos, las familias, sus hijos, los míos, lo que pasa, las elecciones  y el pasar de las estaciones. También hubo cambio de libros y de poesías. Un e mail por semana, el sábado o el domigo, cuando ella cierra su semana de profesora y vive alegremente su finde con marido y chicos.
Así, pasando por las cosas de todos los días, volvió la primavera.
Vamos a dejar de lado mi post temático que me encontró de mal humor y rescatemos las flores.
Yo mandé al cyberespacio mis azaleas y Marisa me devolvió sus lapachos!
No sé si a alguién le habrá ocurrido, pero a mí me sucedió de pegar un grito de emoción cuando al poner la flechita sobre "pantalla completa", una cascada de flores rosadas invadió mi escritorio.
Una belleza convocante! Sí, tengo que ir a ver los lapachos de Rafela, verlos de cerca, y celebrar esos recordatorios de una naturaleza sacrificada.
Se me dio por preguntarme cómo habrán sido los montes infinitos en la llanura santafesina, antes que el hombre y su necesidad los talaran para hacer postes de alambrado o para sustituirlos con doradas extenciones de trigo. Ojo, es sólo una reflexión, con un poco de pena pero sin juzgar  la historia de hombres que no estaban en condiciones de elegir entre la contemplación y la sobrevivencia.
Y ahora me voy. Cerremos con las "alegrías" de mi jardín. Felíz Primavera!

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Proclamada primavera

 Imposible faltar, caro Diario, en un día tan convocante!
Hace días que a lo poco que contar se agregaban las pocas ganas de hacerlo. Cuando duelen huesos, cosas y casos, de uno mismo y ajenos, mejor lamerse sólo, cómo el buey y ponerse hielo en la rodilla...cosa que el buey (jaja) no puede hacer! Como ves caro Diario, toda la suerte está de parte de una!
Así que ahora, cuando faltan sólo dos minutos para que den las 0 hs. del día 22, quiero festejar que todavía, a esta primavera le faltan 89 días de florida transición.
Hace poco leí en Facebook que se festejaba el día del Blog. Idea peregrina que no sé a quién se le ocurrió, pero buena idea al fin. Mi sorpresa, et c'est ma faute, (mi error) deriva de haber tomado el blog demasiado personalmente. Es decir, haberle dado nombre propio, en vez de dejarlo correr por caminos libres de  mojones personales.
No creo que yo piense seriamente enmendar ma faute - ¡ahhh, la culpa! - pero trataremos, caro Diario, de incursionar un poco más en el "interés general". Siempre que, antes, nos interese a nosotros (dos).
Porque no hay cosa más efímera que el "interés" general! Y no niego que la tentación de dar vuelta a la página, no sea justamente, lo que hace que nosotros (dos) nos alejemos del llamado general interés!
Pero no divaguemos. Ahora nos convocan los 89 días que tenemos por delante y ¡¡¡que se colmen de floreeees!!!  (cursi, diría mi nieta la bloggera nº 1 - jaja). Entonces retornando al poco interesante interés personal, agradezcamos el haber encontrado un buen médico que coincidió con mi aversión al bisturí (cosa que un tal por cual cirujano daba por ineludile) y a un convencido kinesiólogo que devolvió protagonismo a mi rodilla al punto, de encargarle levantar un rodillo con la pantorrilla! Sí, caí en las garras de los "aparatos" y casi nos hacemos amigos, con afloje de correas de por medio. De todos modos lo que cuenta es el resultado y es muy interesante constatar que después de tres largas semanas de ayes, hoy stamos mejor.
Siempre quedándonos en el hoy personal, participé al cierre de la anual convocatoria de Poesía Viva y recibí el homenaje de una pintora que se inspiró en un poema mío trasladando su percepción a la tela. Quizás, la obra, surrealista, sea excelente, sólo que la interpretación de mi poema, me pareció absolutamente ajena a mi mensaje. Artes y artistas tienen el derecho de ser "personales".
 Volviendo al tema del día (para que algo se entienda) voy a contar que yo nací en el primer día de la Primavera boreal. El 21 de marzo - San Benedetto (San Benito) es allá en el norte, el equinocció de primavera. El día en que yo nací, nevaba. Aunque, quizás, ya había llegado la primera golodndrina bajo el alero.  No me puedes negar el derecho a una cierta confusión: Vamos, Diario, por más primaveras hayan pasado, la más importante, sin falta, fue la primera...¿o no? Así traté de explicarlo en estos versos...a ver si me entiendes!

21deMarzo                                                                             
                                                                               
¿Nunca te he dicho                                                            
que este marzo me confunde?


Cae una hoja en el silencio
y escucho reír de brotes a lo lejos.


Qué será lo primero,
me pregunto,
otoño, primavera 
       ¿o viceversa?

El renacer de la vida
el llegar de la muerte
      ¿o viceversa? 

Cosas de poeta ¿no? Por eso cierro este 21 de mi primavera austral, con esta explosión de vida 







      




 
 

domingo, 11 de septiembre de 2011

Un fin de semana entre flores y río.

Caro Díario, fue un lindo finde. El sábado en un medio de una explosión flores con Anika Flor (ella misma) que nos enseñaba el protocolo con que se deben tratar esas joyas. Así que, vamos, divertirse armando un ramo, en medio de tanta variedad y tanta plicromía, sólo comprometía las ganas de hacerlo mejor que nunca!
Flores y mujeres se llevan bien. Creo que aunque haya quienes se dediquen desde lo profesional, cada mujer puede arreglar flores de mill maneras, cada vez en armonía con el momento y la circunstancia.
Así fue como cada arreglo tuvo ese algo que hizo que ninguno se pareciera a otro.Seis o siete pequeñas creaciones diferentes, me atrevo a decir, según la personalidad y la mano que acariciaba la flor.
Yo comencé a mezclar, combinar, recortar y distribuir colores y pétalos hasta reunir la primavera colorida que tenía en mente. Me sentí muy bien acompañada, con mi hija sentada en frente, inspirada en todas las gamas del rosa: un arreglo elegante, muy conforme con su personalidad. Y el inquieto objetivo de Verónica registrando y buscando el alma del ambiente.
Ya veremos sus fotos. Acá, registro mi ramo exuberante, adornando mi cocina!
El domingo en el río. Un estreno en la lancha de Carlos y Lella, con nieta, novio y el nombre de Aña, madrina del barco que desde la borda, nos recuerda que está con nosotros. 
Hacía muchísimo tiempo que no navegaba en el Tigre y no recordaba el sobresalto inevitable, al cruzar las olas provocadas por un tráfico acquático paragonable a la Panamericana en hora pico! Me agarré fuerte, me despeiné hasta el ridículo hasta que el recuerdo de "años ha", me dispuso a disfrutar...cabellos al viento jaja!
Barcos, barquitos, lanchas de todo tamaño y color. Y mi nieta al volante de ese primor, con tantos relojitos y sensores que me hacen pensar a nuestra vieja Winblow, con su motorcito de 10 caballos, a la altura de una Kontiky! Yo ya no me preocupo, ella aprendió enseguida.
Pero lindo: el agua revuelta, las estelas cruzándose y la gente  adorando este sol que finalmente asoma después de tantos domingos grises. En la orilla los sauces, siempre los primeros en despertar del letargo, ya besan el agua y el verde ya se adueñó del paisaje. Cuando finalmente se deja la "gran avenida", el canal silencioso permite a los árboles que ondulan a nuestro paso, espejarse en el agua marrón.
Para la crónica gastronómica, almorzamos en el "Boraso", mirando el canal y la habilidad de un pibe de 11 años para "estacionar" las lanchas. El té en Orient Espress, es decir, en tierra firme.

Espero que la serenidad dominical se proyecte a la semana que viene. 



 

jueves, 8 de septiembre de 2011

Una moneda de plata

Hoy, jueves con languidez primaveral, me tocó estar en casa. Después de almorzar solita con mi Muzi, cerré la compu y salí a buscar la primavera.
Por suerte no tengo que ir lejos, basta con correr las cortinas, abrir el ventanal, salir al jardín y buscar las novedades de los últimos días. La más emocionante fue ver que había florecido la primera fresia de mi vida!!
Después de intentarlo infructuosamente durante años, estos bulbitos que me regaló Graciela en una bolsita de joyero, llegaron a florecer en mi maceta. Primero voy a dejar que mi caro Diario registre el delicado amarillo, para que el escozor del perfume nos llegue idealmente. Haremos también una recorrida por los alrededores donde inician a vestirse las azaleas y nos detendremos con la evanescencia solar de mis papiros. Al final concluiré con aquello de "Había una vez..." para que se entienda el título del post.

Entonces... Había una vez una niñita de nueve años, con cinco liras de plata en el bolsillo. Gran tesoro, perfecto para el regalo de cumple de mamá. Al salir de la escuela se atrevió a ir a comprar algo, sola, con su propio dinero. Ese 7 de marzo debía haber sido un día como él de hoy, con avisos de primavera en el aire y en el puestito de flores. "¡Qué lindas!" Y qué perfume! Se llaman "Fresias", dijo la chica del canasto (sólo un poco más grande que ella). Llevó un ramito de esas flores, que recién conocía, amarillas, delicadas y perfumadas.  La moneda de plata se transformó en unos nikels y unos pequeños cobres. Camino a casa estaba la bombonería. Esa tableta de chocolate, con el papel dorado, hacía juego con las flores. ¿Te la envuelvo? dijo la señora. "Sí, es el regalo para mamá". Los cobres y los nikels rodaron sobre el mostrador. "Te faltan 50 centavos"...El final es implicito, ¿verdad? Consiguió la primer rebaja de su vida. Sin pedirla. Solamente sintió que los ojos le ardían, un poquito. Aquella señora debía ser una abuela.
  




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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Un Volcán en mi vida

Hoy he visto, con una particular emoción,  la tapa de mi novela Volcanes (una soberbia composición de mi nieto, Pablo) en el blog de mi nieta Verónica, "Almasinger". ¿Qué querés que te diga, caro Diario? Esta Nonnis, está un poco confundida en una mezcla de orgullo y emoción que involucran, mi novela y mis nietos.
Trataré de definirlo así: la novela llegó a la meta más deseada: la biblioteca de mis nietos!
   
Como todo lo que escribo, esa también es una historia que bucea en recuerdos e imágenes almacenados en los pliegues del alma.
Cuando llegé al Sur por prmera vez, los paisajes me recibieron con su intacta belleza que, aunque muy diferentes, me reportaba a paisajes añorados. Esa fue la primera emoción, la que se percibe a flor de piel.
Con el pasar del tiempo, recuerdos y lugares fueron adquieriendo su propia dimensión, defineniendo su realidad que se me iba revelando año trás año. En aquellos veranos, esperábamos con ansia el momento de llegar al bosque de ñires bajos y tortuosos, al lago extendido como alfombra bajo la iluminada sombra del Volcan. Ahí bajábamos el bote, armábamos la carpa y nos disponiamos a gozar de la magia y eventualmente, de las truchas plateadas que, no sin pelearla, terminaban en la parrilla.
Las leyendas formaban parte de la escasa conversación con Don Quiriñanco, mapuche de ley, que nos traía dos litros de leche, bajando la pendiente, desde la otra orilla, con su caballo criollo tan manso como él mismo.
Ahí me enteré que si comíamos michai,(calafate en mpuche) siempre volveríamos a la Patagonia. Comí muchísimo michai, tanto que debe haber funcionado como un filtro de amor. Me enamoré literalmente del viejo brujo blanco y silencioso (por suerte) aunque como pasa con cada "primer" amor, no le concedía una confianza total. En las noches silenciosas, con solamente una colchoneta bajo la bolsa de dormir, era común sentir como el suelo temblaba.  ¿Sería el rezongo de mi amado que tronaba en las profundidades? Eso me decía la voz de mi desconfianza.  Aunque, más de una vez, al salir de la carpa en la mañana, encontrábamos huellas de zorro o peor, los restos del festín que se había dado el ladrón con nuestra trucha.
Esos días, esas tardes largas en las que el Volcán se volvía rosado, esa vida verde y azul, dejaron en mí una sensación de pertenencia. Desde esa pretendida pertenencia, trabajé el recuerdo, dando vida a hechos y personajes que solamente podían nacer y vivir en esos lugares.
Así nació Volcanes - en la novela hay otro - pero ese lo dejo para que lo bsquen en el libro.
Para que me perdonen, vamos caro Diario, les voy a mostrar cómo vi a mi Volcan la primera vez, cuando mis hijos aprendieron a subir un caballo manso para sus exploraciones en nuestra recién conquistada Patagonia.