sábado, 24 de diciembre de 2011

Noche Buena 2011

   Hola Diario,
  
   hoy vamos a escribir en rojo, para desear una buena Navidad (que eso de "Felíz" tiene denasiado uso y abuso) 

Hoy queremos estar y recordar, contigo que sos mi memoria, todas las Navidades, las doradas como la estrella y con olor a mandarina y a abeto verde, aquellas en las que el Niño Gesús venía con los juguetes para nosotros, tan niños,  que nunca nos preguntábamos cómo hacía, así de chiquito, para traer tantas cosas. 
Las que pasaron a puertas cerradas, para que ni la Luz del Pesebre se filtrara porque las bombas no sabian de fechas santas. En este momento traéme te ruego, la sonrisa de mis padres que ya no duele, porque habitan la dulce nostalgía de aquellas primeras Navidades.
Recordemos, en orden, las que vinieron después cuando Giorgio y yo, nos tuvimos que enterar que había Navidades calientes dónde los arbolitos no eran "de veras" y  lo mismo aprendimos a quererlos cuando nos tocó ser el Niño Gesús para los tres que mandábamos a dormir temprano mientras la nonna y los amigos nos ayudaban. Aquellas eran Noches buenas, muy buenas, entre risas y verdadera alegría. 
Hasta que un día, el Niñito Gesús le pasó la posta a Papá Noël, más creíble aunque vaya a saber como hacía para pasar la panza por la chimenea.
En fín, quiero que te acuerdes de todas las que fueron felices, aquellas en que, aún con unas lagrimitas brillando, lograbamos confundirlas con las lucecitas de la guirnalda.
Y ahora te pido que me traigas aquí, en secreto, la sonrisa de Pucci, la de su papá, la de mi hermano. Esas que se fueron últimas, porque son las que más me faltan hoy. Y las de aquellos amigos de fierro que nos enseñaron que en Navidad hasta se puede transpirar e igualmente ser felices!!
Vamos a traerlas aquí, dónde esta Lucecita que este año vino a revelarme que Gesús es la llama que nos alimenta, la que nos calienta el corazón cuando lo enfrían el dolor y las ausencias.
A esa Lucecita me entregaré y entregaré a su relumbre todos, todos los que amo, para que los ilumine, mieentras le pediré que me ayude a ver que aún, adentro, en mi alma, cabe el sonido de las campanas y el la la la de mi nieta y el "Felíz..." de Pablo y Ale, tan cercanos que los estoy viendo!



                                 Que tengas una buena Navidad, Rosanna



jueves, 22 de diciembre de 2011

Música en el arenero

Noche de diciembre en Tigre, precisamente en Boulevard Saenz Peña. Colorido, decontracté en un
ambiente retro, vintage, le dicen ahora, con  mucho color y cosas "viejas" .
Ropa demodée que urga en el recuerdo. ¿Yo me he vestido así? No encuentro ese espejo, el tiempo lo ha empañado y no volvería a habitarlo con esos modelos, ¿dónde vas, vieja ridícula con esa ropa? Me parece oírme.
Quizás a las chicas que se animen, les queden bien los moños y los macramé.

Los juegos habían sido desalojados del arenero, sustituidos por sillas de hierro, oxidadas reliquia de algún viejo bar y ahí, con los pies en la arena, el recuerdo encontró su ropa: se vistió de música.
Los chicos, que tal vez hace poco jugaban en ese arenero, devenidos en músicos, jugaban con un blue.
Eso salió redondo, complementándose con la chica que pintó en la pared el vuelo de un barrilete.
El día se había ido sin que me diera cuenta. En el blue, azul índaco del cielo, busqué las estrellas. Encontré una sola, brillante, chiquita, lejana y linda..."nel blu dipinto di blu.
Todo lo azul es hermoso y  el blue  (o blu) es siempre nostalgia. 
  

martes, 6 de diciembre de 2011

Esperando al Recién Nacido

Hola Diario,
llegó el último y yo sólo deseo que termine.
Hace rato que diciembre me encuentra profundamente cansada; no tengo ganas de escribir pero si grito un poco quizás me sienta mejor.
Dicen que todo el mundo, en este mes 12, hace un repaso.
El tema es que re-pasan cosas. Vuelven con un año más a cuestas y no por eso más lejanas.
Cuántas cosas hay que no dominamos, que nos atropellan, como lo hizo la rueda del colectivo con la mamá del novio de mi nieta, Silvia, que ahora lucha para volver a respirar o la enfermedad de Valentina que también arrecia en diciembre y me da miedo. Todo eso me duele, mucho, y estoy enojada.
Sí, enojada. Porque tres diciembres seguidos son demasiados para vivirlos con tanto desasosiego, sumando angustias a las ausencias.
Hay gente que hasta ayer ni siquiera conocía y que me llegaron  a través del amor...pero ¡por Dios! eso debía ser para alegría, para risas y festejos...¡y no!  Es diciembre y nos vemos en el hospital con Vero, con Pablo, su papá y sus hermanos, los mismos que hace poco tiempo ni conocía, y nos abrazamos, y rezamos y nos decimos palabras de fe que es lo único que sabemos decir.
 Con Valentina hago lo mismo, digo, le vamos a ganar y por dentro estoy hecha un trapo.
Entonces, es diciembre y no escucho las campanitas y miro para el otro lado cuando paso delante del desborde navideño de algunos negocios. No encuentro albricias en mi corazón porque no tengo paz.
Navideño, Navidad y yo estoy enojada otra vez, la reconciliación no dura porque no dura la paz.
Diciembre, ¡habría que borrarlo del calendario! Es un viejo que arrasa con todo, te tira un año más encima y pretende que lo despidas con burbujas.
Voy a cambiar el final; burbujas sean para enero, el recién nacido.
¿Qué dije? mi Niñito Gesús, recién nacido, ayudame a traer buenos momentos. ¡No te vayas, Señor!