domingo, 6 de junio de 2010

No tengo sueño

Hola Diario, ya es casi ritual que la noche del domingo me encuentre aquí .
"Non ho sonno" es el título de una película italiana de Dario Argento (fijate la coincidencia!)
y aunque no recuerdo a qué exactamente se refería, debe ser, de acuerdo al director, una de terror.
Y en verdad, el no tener sueño es un poco así, porque el insomnio deja la imaginación abierta a cualquier susto. Desde él de no estar en forma al otro día, hasta las más desestabilizantes dudas. Todo parece no tener solución.
Entonces, sin tratar de vencer al enemigo, hay que tratar de tenerlo ocupado hasta el cansancio!
Y no es casual que en ese intento surjan ideas, soluciones o poesías que al expresarlas, neutralizen la impotencia.
Hay dos maneras: leer o escribir. Las dos pueden ser una salida hacia la tranquilidad.
Tengo un nuevo viaje en vista. Otro más que también será igual a ninguno. Creo que buena parte del non ho sonno se debe a eso.
Mi nieta volvió hace poco de Italia, que a su vez, será mi meta. No por los mismos lugares ni por los mismos motivos. Ella fue en busca del sol, de lugare y cosas que hablaran a su espíritu inquieto. Sus fotografías captan fragmentos que yo quizás, no vería.
Pero las gocé todas. Entré en su album y lo que me quedó es un alo de azul. Más allá del color "local" que ella sabe encontrar con su curiosidad periodìstitica en el buen sentido. Él de transmitir, el de revelar lo que hay "detrás" de la foto. No sólo la impresión, ni sólo el recuerdo.

Pero volviendo a lo que me desvela, nada es comparable. Yo no sé lo que encontraré en ese aterrizaje. Pienso estar programando...algo. Sí, algún programa hay que tener para no pensar en que, en lugar de acercarme, voy a tratar de despegarme. Aunque planee encuentros, solo me llevaré ausencias.
Tengo que deshacerme de una casa a la cual no puedo más entrar. Es sólo eso? No, es una demolición de algo que tiene sus fundaciones en el corazón. Qué se cierra un ciclo, qué comenzará otro...eso lo dice, lo siente, mi nieto que tiene 30 años. Me gustaría regoger su bandera, su posta, pero no va. A esta altura no se recomienza nada, en el mejor de los casos se repliega sobre las posiciones establecidas. como se retira un batallón de la batalla.
Aunque replegarse, no significa recluírse. Solamente habrá que lamerse la herida hasta que deje de sangrar, aunque no cicatrice nunca.
Porque estoy convencida de que, como le escribí a mi querida Lis, la Vida está siempre a la espera de los que van a buscarla. Que el tiempo que lleva encontrarla, en todas sus etapas, es él que le concedemos como debido, a nuestra generosa y principal generadora de oportunidades.
Tendré que estar preparada, entonces, a lo que querrá dispensarme en el último tramo. Quizás, sea esa paz que raramente he encontrado dentro de mí, quizás me enseñe que el atreverse ya no tiene sentido, que el bastión es sólido, que me permitirá prestar oído al llamado calmo y sereno de lo alcanzado.
Este verso, tiene años, pero lo traigo como auspicio, a esa paz que anelo:

Quietud

Se aquieta la tormenta.
Un rayo de sol
atisba entre las lágrimas
del sauce.

El pensamiento vuela
sobre laluz
y se disuelve en una gota de rocío.

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