sábado, 13 de noviembre de 2010

Dulces y flores

Caro Diario,
no es frequente que se me de por contar cosas caseras, pero hoy fue un día así.
Amanecimos con perfume de frutillas. El color y el sabor iban conquistando la cocina mientras la mermelada se cocinaba a fuego lento. No importa si en un descuido rebalsó el jugo entre las hornallas, por suerte el derrame no alteró la calidad del producto final!
Quizás un poco más dulce de lo que hubiera sido sin el percance, salieron seis frascos de delicioso y orgulloso dulce casero! Gran logro del duo que llegamos a ser Vale y yo cuando nos proponemos algo...claro un punto más para ella que limpió las hornallas.
Luego le llegó el turno a la flores. De vuelta de las compras, divertidas como lo es comprar sábanas y toallas, encontramos sin buscarlo, un vivero espectacular. Cerca de Unicenter, en Asunción y Corrientes, una esquina que desparrama colores impensables y verdes en todas las gamas. (Anoten el dato...mi nieta hace escuela!)
En la vereda un enorme papiro, liviano y fluctuante, creció confundiendo Martínez con la orilla del Nilo.
Entramos en ese paraíso y a la media hora salíamos con petunias, flores de azúcar, copetes, zinias y para el rincón de la huerta, (macetas, nada más que macetas....) albaca perfumada, salvia y cilantro. Ya tenemos menta, oregano, tomillo y ciboulette!
Mmmmmmmmmmmmm!!!!
Así el jardín se prepara al color del verano. Para eso cerramos la tarde regando y destruyendo nidos de caracoles que se adueñaron de un jazmín trepador.
Esos bichos caros a las fábulas, nada tienen de lo simpático que se les adjudica en las mismas. Son unos voraces destructores de belleza y así sin piedad, los hemos tratado.
No sé si la ecología tiene algo que ver con dejarlos comer geranios y jazmines.
Babosil es el arma, unos granitos que, dicen, surten el efecto de atracción sexual!
Y bueh, si sucumben por... amor, no hay mejor manera de partir, jaja.
Veremos quién gana la batalla.

Un buen sábado, entonces que concluyó tan casero como había comenzado, preparando un escabeche de vizcacha! Sí, al perfume de frutillas, le siguió el aroma del vinagre y la pimienta negra.
Dejé de hacer muchas cosas que tenía planeadas, como empezar a guardar libros y cuadros en mi escitorio, a la espera del pintor y redactar un contrato que se tiene que firmar la semana próxima. Pero sabés qué? No me siento culpable; realizo que he cambiado para bien. En otros tiempos, por lo menos, ahora estaría obsesivamente escribiendo el contrato en cambio, ves, te conté de flores, frutas y caracoles.
Qué bueno, estoy cansada pero creo que me iré a dormir un poco más sabia!

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