El vacío ocupa mucho espacio.
El vacío no es difícil de llenar, es reacio a dejarse desplazar.
El vacío se toca, te toca y te envuelve.
La única defensa contra esa invasión es recordar.
El recuerdo recupera los espacios. Las palabras dichas, recuperan presencia, reflotan momentos, música, olores y texturas.
Hay que animarse a tocar; un frasco de perfume, una lapicera, un libro, una bufanda. Mirar una foto y sentir que vuelve el instante, aquel aire, aquella frase, (coma más, coma menos) : el exacto significado ha dejado de tener vigencia, queda la voz, aquella voz que volvés a escuchar, aquí, en el silencio de las 11 de la noche, como un murmullo que desplaza el vacío.
A ver, caro Diario, que decía en otro entonces:
Voz lejana
llegas desde la nada
suave, blanda
como terciopelo
no escucho las palabras
sólo siento
la lánguida suavidad
que envuelve
un sonido profundo
lento, lento.
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