jueves, 10 de febrero de 2011

10 Febrero 2011



El vacío ocupa mucho espacio.

El vacío no es difícil de llenar, es reacio a dejarse desplazar.
El vacío se toca, te toca y te envuelve.
La única defensa contra esa invasión es recordar.

El recuerdo recupera los espacios. Las palabras dichas, recuperan presencia, reflotan momentos, música, olores y texturas.

Hay que animarse a tocar; un frasco de perfume, una lapicera, un libro, una bufanda. Mirar una foto y sentir que vuelve el instante, aquel aire, aquella frase, (coma más, coma menos) : el exacto significado ha dejado de tener vigencia, queda la voz, aquella voz que volvés a escuchar, aquí, en el silencio de las 11 de la noche, como un murmullo que desplaza el vacío.


A ver, caro Diario, que decía en otro entonces:


Voz lejana

llegas desde la nada
suave, blanda
como terciopelo

no escucho las palabras
sólo siento
la lánguida suavidad
que envuelve
un sonido profundo
lento, lento.



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