martes, 29 de mayo de 2012

Las palabras fluyeron

Sólo pocas, caro Diario, pocas palabras porque hoy también hacen huelga, se esconden detrás de la angustia, frente a lo imponderable al cual está sometida nuestra indefensa humanidad.

Acabo de ver un "servizio del Corriere della Sera" . Ruinas, destrucción y la paradoja.
El cronista con su micrófono, transmitía desde un verde y exuberante campo de maíz. Intacto,
 las panojas nutriéndose bajo el sol, quietas en su andar hacia la cosecha...el trabajo del hombre, el sudor recompensado.
 En frente, calle por medio, las fábricas, sacudidas hasta los cimientos, escombros, hierros retrocidos que sepultaron a los hombres en su trabajo.
Aquí no habrá cosecha, la naturaleza se ensañó, perversa, peor que la guerra, porque frente a ella, el hombre no tien defensa.

No hay palabras, solo me atenazan la garganta unas tremendas ganas de llorar. Es MI tierra la que está temblando, mi tierra fértil, laboriosa, antigua  y creyente en su horizonte azul de campanarios.
Hoy hay cruces arrancadas y campanas cuyo tañido acalló el boato del sismo.
La amo, me duele mi tierra, me duele mi gente a la que escuché sollozar en italiano. Es mi lengua que llora y tengo miedo. Bajo los escombros quedaron vidas valiosas, quedaron esperanzas, sacrificios que perdieron sentido.

Sé que hubo muchos terremotos. En todas partes del mundo pasaron la destrucción y la muerte.
¿Son éstas muertes más importantes para mí? No, solamente son más cercanas. Più vicine al mio cuore.

Estos desastres tienen que recordarnos que la Tierra nos fue prestada, que no somos dueños de ella, que todo lo que construyamos siempre estará a la merced de sus espasmódicos e imprevisibles temblores o de monstruosas olas marinas. Fue así, desde el comienzo de los tiempos.

Releo y entiendo que no soy yo la que escribe, es mi miedo.
Voy a rezar a mi Dios, al Dios de todo el Universo, para que se apiade y alivie el dolor.
Una vez más me cuesta decir "Fiat voluntas tua" y pido perdón.



 

  


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