martes, 19 de junio de 2012

Gente buena

Hola Diario,
sabés muy bien que no es cuestión de hablar por hablar. A eso se debe que a veces pasan días en que ni aparezco por acá.
Hoy estoy con ganas de recapitular o quizá de revisar los últimos días.¿En qué anduve?
En primer lugar, en tratar de serenarme, entregandome a lo de siempre y a lo nuevo que llegó con Sindia (sí con S). Mi nueva empleada es joven y se nota en el aire. Hace todo con música (en sordina...) y tiene la sonrisa pronta. No me atrevo a hacer pronósticos, por ahora está y el ahora es lo que cuenta.
Se lleva bien con Muzi y Muzi con ella.
Esto entonces  entra el primer lugar.
Pero había algo que debía "cerrar".
Con mi eternamente presente Ramona fui a la casa de la familia de Valentina. El viaje se hace largo cuando se desconoce el lugar. Pero es necesario llegar hasta el final de las cosas.
La casa de María Ester, la sobrina de Vale que estuvo con ella hasta el último momento, es una casa digna, sencilla y blanca, en un barrio sencillo, no tan lindo, con calles de tierra y huellas profundas en el barro. Mientras transitaba por ahí, pensaba con cuanta liviandad uno se pone en el lugar del otro. Quiero decir que recién al ver el entorno, comprendí cuán difícil fue para ella y ellos, enfrentar los dolorosos días de idas y venidas en busca de curas que nunca curaron.
No quiero volver a hablar de indignación hacia un sistema cruel e impostor.  Si puedo convencerme de que de algo sirve, lo diré en otra sede. Se me ocurre preguntar  ¿cuándo los humanos dejan de tener derechos?
Una vez más llego a la conclusión de que en cada uno de nosotros está la posibilidad de ayudar al otro. 
María Ester tiene hijos, hijas, nietos y tenía su tía. Es una familia amorosa, que se sustenta sobre la fe y el amor. Así, sencillamente, me envolvieron en su amor y en su fe. Agradeciéndome y bendiciéndome.
Son gente buena, personas buenas, y con esto quiero decir, mucho más que"buena gente".
llegué con dos bolsos, una campera y una caja. Era todo lo que quedaba en esta casa del paso de Valentina. Pocas cosas, a las que agregué un portarretratos con la foto que le tomé ni bien se sentó en el avión. La sonrisa es tan luminosa que nunca se apagará y es lo que quedará en la última casa donde estuvo y en la mía.
Volví más rápido, ya conocía el camino. Con Ramona, hablando de la amiga que se fue y de lo que habíamos encontrado.

No sé si corresponde decir "cerrar", tal vez solamente corresponda decir, cumplir.
Hubiera sido más fácil quedarme esperando que ellos, la familia de Vale, viniera a buscar sus cosas...total, con dos colectivos, unas cuantas cuadras entre uno y otro y medio domingo en viaje,  podían llevarse todo. 
Sí, pero yo hubiera perdido ese abrazo y esa bendición que van mucho más allá de un "gracias".






En la vida hay que cumplir sin considerarlo una carga, sin quedarse esperando que solamente se cumpla con nosotros.
Ahora estoy bien, caro Diario, te conté lo que tenía que ser contado.
Otro día hablamos de cosas lindas. Por hoy sólo hablamos de cosas buenas.

6 comentarios:

  1. una gran obra de bien.... y una enseñanza. Me hizo pensar ...y aprender! Gracias! Su`

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  2. Piel de gallina...
    Gracias por compartir estos lindos pensamientos.
    Cariños.

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  3. Justamente, a ustedes, chicas...GRACIAS POR COMPARTIR!!

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  4. bien mami... acá no había nada por cerrar porque el cariño y el agradecimiento que uno siente por alguien no se "cierra" jamás!! se guarda en el corazón para toda la vida!
    Vos siempre cumpliste y mucho más.. este viaje a Jose C Paz fue otra manera de estar como siempre lo hiciste con Vale, y llever esa sonrisa feliz a su familia los ayudará a tener siempre ese recuerdo de ella... bien mami, como siempre una genia! te quiero!

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  5. Sí Lel, esa era la idea y ''ta todo bien!
    Un beso

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  6. Pocas palabras para agregar a las tuyas tan ciertas: el tiempo de Vale se cumplió y fue en el dulce tiempo del sueño cumplido.Ahora soñemos que se quedó en Venezia! Por eso jamás se terminará esa sonrisa.
    Lo sai, sono io, bella!

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