sábado, 1 de marzo de 2014

Perdón! Nunca es tarde!



3 de enero 2014.
Vuelvo, como te prometí, caro Diario, para abrir las alforjas italianas, con ésto que estaba en borrador, esperando las ganas.



(Noviembre 2013)



Hola! ¿Me extrañaste?
A como van las cosas, caro Diario, voy a tener que decirte, caro Anuario! Hace desde Agosto que no aparezco por acá.
Es que no encuentro las ganas de escribir. Vamos a intentarlo.
Quizás, juntos podamos.

Mezclados en un emocional pot-pourrì, días y momentos, andan por ahí, escondidos, en las páginas no escritas. Las palabras están todas, pero como rebeldes mariposas, se escapan ni bien trato de asirlas. ¡Y ni que hablar de ordenarlas!
Probaremos, comenzando desde el final: es más fácil y fieles a nuestro estilo, iremos flasheando el racconto.

 

26 sept/2013 - La elegante sala de espera del aeropuerto de Malpensa quedó atrás.
Chek-in, embarque preferencial y tutto a posto.
 Estamos volviendo a casa.
Del otro lado del pasillo, Perla y Mercedes, ya están enfrascadas en conversación con la vecina de asiento. Todavía no cerraron las bauleras desde donde asoman mangas y manijas. Como cada vez recelo que algún paquete termine sobre mi cabeza.
El cinturón atado, la cabeza sobre la almohadita, los ojos cerrados, escucho el bebé que llora en el asiento de adelante y pienso en la posibilidad de un vuelo insomne.
Clap clap, se cierran las bauleras, el comandante da la bienvenida.
El idioma ya es otro.
Una vez más mi lengua queda relegada al eco que resuena en mi corazón.
Durante un mes me rodeó el sonido de aquel lenguaje natal, ese Rosanna, cuya “ese” dulce, la nn doble y la primera “a” levemente arrastrada, suenan a mis oídos como la vibración de una nota musical, un “la” que se pierde en el aire...Rosaaanna!
 “Rosana”, ahí está, mi nombre impuesto, burocrático y concreto. Sin embargo, la voz de Perla me acaricia “Rosana, ¡tranquila!”  Es la voz de lo que me está esperando, la de ese hogar que es, en realidad, la realidad de mi vida
Con el dorso de la mano alejo la lágrima delatora, ¿habrá diferencia entre “alejar” una lágrima y/o secarla? Tal vez.
No lo sé, porque los componentes de mi llanto están muy confusos, diría, entreverados!
STOP, vamos a pasear!
          


Italia 2013

Al llegar, nos recibió un septiembre dulce, soleado y vibrante como esa tierra, laaaaaaaarga, que después recorreríamos, de norte a sur, entrando en “la bota” por su  embocadura ancha, bordada de nieve, hasta la punta,  estrecha, empapada de mar.

Entramos de a poco, tratando de ganarle al jett lag, los primeros días en casa, sin prisa y con mucha risa. No hay libertad que se compare a la que gozan tres mujeres juntas, sin horarios, almorzando en bata “prosciutto di Parma”, sin remordimientos, y revolviendo valijas para encontrar un corpiño. Peeeeeero, qué torpe! Si la ropa interior estaba toda junta!
 Al final el orden llegó y también la hora de disfrutar la primera cervecita, relajadas en la terraza, mirando el atardecer…mientras el lavarropas ronroneaba.
Doce horas de sueño, reparadoras, nos dejaron listas para empezar la gira. 
Para entrar en clima, capuccino en el bar deMeina
La esatrelizia que llegó desde Acassuso!

 Stresa, primero, a buscar el auto. Comenzar en  Stresa, la perla del lago, era como abrir el cofre de las joyas, aunque tuvimos que dejarlo para más adelante, porque nos esperaba la familia. Volvimos entonces, por donde habíamos venido.
Al volante, me reencontré con las curvas de la ruta 33 como si las hubiera dejado ayer. El agua, ahí abajo, relumbraba. Yo conducía sintiendo el azul en la piel. Describía cada detalle, cada portezuelo del Lago Maggiore con el mismo amor con que se habla de una madre. Trataba de superar la ronquera que siempre acompaña mis emociones profundas…En cada retorno a Italia, enmudezco. Y para colmo, va empeorando con el tiempo (él que pasa!) Será cómo dicen, que se retrocede. Sería interesante saber hasta dónde! Mi primera ronquera data de los trece años.
Por ahora, mejor, sigamos viaje ¿te parece?
 En cada pueblo un campanario, reflejándose en el lago o despuntando entre el verde de las laderas. Perla no dejaba de acotar y Mercedes se entregaba a las primeras emociones, muy silenciosa. Nunca nadie le había hablado de los lagos, de los Alpes. Es verdad, generalmente nuestros turistas van a buscar ciudades, museos y ruinas impactantes, la Cultura, pero casi todos se pierden lo que a veces, ahí nomás, les regalaría la naturaleza.
Entonces yo entregué mi lago y mis montañas a la admiración de Mercedes, la nueva, recibiendo sus halagos, como si  esas bellezas fueran obra de mi varita mágica. El primer paseo fue a Macugnaga, desborada de sol y malvones rojos.
Perla, quien llegaba por segunda vez, me hacía eco.


 




Estátua de San Carlos Borromeo en Arona. El "San Carlone fue, hasta hace poco la mayor estátua en bronce, en el mundo
Nos quedamos cuatro días en el Norte, antes de emprender el viaje hacia Calabria donde, mis compañeras esperaban encontrar el rastro de sus orígenes. Yo las acompañaría con el entusiasmo que siempre me provoca el ser guía e intérprete en mi tierra; esta vez se sumaba mi propia alegría por conocer esa parte de Italia.
Con mi familia, la dificultad de comunicación, al principio, se hizo sentir. Perla no se inmuta y le da para adelante con su castellano mientras Mercedes no se decide a desenfundar ese algo de italiano que trajo de “la Dante”. Pero al final no importa, los “tanos” nos entendemos moviendo  las manos y las sonrisas no precisan traducción.
Ahí, Mercedes habló de Cosenza y Perla de Mámmola. Yo traducía dando datos del itinerario. Para ellos, una hazaña; les parecía todo  “cosí lontano…fino in Calabria, andate?”  
Nos dijimos “arrivederci” y fuimos a la estación para organizar nuestra próxima quincena.
Nada más fácil. El encargado de la boletería, sentado delante de unas cuantas pantallas, parecía el piloto de una nave espacial. Tecleando velozmente, buscando precios y promociones (¡hasta un tramo en businnes!) en un dos por tres, nos arregló el itinerario, con idas, vueltas, cambio de trenes en estaciones con nombres propio, como Paola, donde, a unos 50 Km. de Cosenza, nos esperaría el tren más lento de todos.
Unas siete horas para llegar a Roma. Son unos 250 Km. (creo), parando en cada pequeña estación.

Pero volvamos a recuperar un orden. El lunes 2 de septiembre, dejamos el Lago. Llegamos a Milán desde Arona y sin salir de la Stazione Centrale, abordamos el fabuloso “Freccia Rossa” – 4 horas y poco para recorrer los 800 Km. hasta Nápoles – 


Afuera pasaba la península, soleada y verde en ese final del verano. Aunque no parezca, la velocidad no impide apreciar el paisaje. Viaductos que cruzan el vacío sobre valles, pueblos y ríos, a una altura escalofriante, para introducirse luego en largos túneles que oradan los Apeninos, sumiéndonos durante kilómetros, en la más oscura oscuridad.
Así llegamos, parafraseando a De Amicis, desde los Andes a los Apeninos, al revés del cuento y por poco tiempo…Cada una a su manera. Yo, sintiéndome en casa, Perla y Mercedes, sintiéndose penetrar, poco a poco, por ese antiguo lazo de sangre que ni el haber nacido bajo otro cielo, logra cortar.

Al llegar a Nápoles debíamos enfrentar el primer trasbordo que nos llevaríe a Reggio Calabria, por suerte, sin salir de la estación.
 Las mujeres tenemos siempre un bulto de más. El entusiasmo y la pasión por el viaje, no logran disminuir el peso, entonces ¿cómo resistir el ofrecimiento de un napolitano - ¡alto! - y forzudo de cargar con lo que bajábamos del tren? Superando el titubeo incial, fruto de tantas recomendaciones, cuídense en Nápoles que ahí son bravos,  le entregamos las valijas.

El hombre se adelantaba a paso veloz, tirando de los carritos y cargando los bolsos. Perla trataba de ponerse a la par, mientras yo venía con Mercedes, atrás,  un poco más despacio.
Por unos segundos consideramos desesperadamente perdidas todas nuestras pertenencias.
Desde atrás de una columna, en el andén ya desierto, apareció un energúmeno que se lanzó sobre nuestro portador con la intención, evidente, de arrebatarle los bultos. El grandote se defendía,  los dos forcejeaban y se insultaban en su dialecto incomprensible.
Mientras, yo llegué hasta la escena y sin saber de dónde la sacaba, con inequívoca voz de mando, le grité al agresor “fuori dai piedi, capito??, ahora basta, lárguese, ¡se terminó!
Creánlo, el tipo se largó ligerito, recordándome todas mis antepasadas! No hace falta estudiar vernáculo para entender cuando te putean! 
Llegamos a sentarnos en un bar, mientras nuestro changador nos procuraba una reparadora botella de agua. Mientras esperaba ¡fielmente! para trasladar el equipaje al próximo tren. 
El napolitano alto, de ojos azules, se mereció los 20 euros que le dimos y...aunque trató de pedirnos 10 más, se fue contento.
Cuento este incidente porque, por suerte, fue el único. Al contrario, debo decir que encontramos siempre algún muchacho gentil que nos ayudaba a subir o bajar los equipajes (los de Perla, la compulsiva, siempre más pesados!) desde los trenes a los andenes y viceversa. En una vuelta de más de tres mil kilómetros, no fue poca cosa!

Reggio Calabria sonriente y marina, le hace un guiño a Sicilia, separada por una lengua de mar, el Estrecho de Messina, azul y legendario.
Imposible no acordarse de Ulises, de la enamorada Scilla, doncella tranformada en monstruo por los celos de Circe, la maga, y de Cariddi, monstruo marino, que destrozaba las naves que se atrevían a introducirse en el Estrecho.
 Con el primer desayuno, desde la terraza del hotel, pudimos disfrutar la vista del mítico cruce, limitado en su entrada por dos peñones que llevan el nombre de los monstruos.
 
  Por suerte las embarcaciones pesqueras y deportivas, hoy navegan sin amenazas maléficas, aunque, normalmente el cruce se hace en ferry. Hace mucho que existe el proyecto de un puente, que ignoro si se llevará a cabo algún día pero, qué quieres que te diga, yo lo prefiero así. El puente destruiría la magia!
De todos modos no ibamos a cruzar.


Mámmola 

 ¿Dónde se esconde Mámmola? Detrás de esos arcos, subiendo el empedrado.
El viaje, dejando atrás el mar Tirreno, nos había llevado bastante arriba. Entre bosques y rocas, el camino trepaba y, en mente, veía el mapa: la angosta punta de la bota surcada por las postrimerías de las montañas,
se iba acercando a la arcada que entre punta y taco, se asoma al mar Ionio.
En una curva, muy pronunciada y empinada, vi un cartel: vista di due mari . Desde la ventanilla no se alcanzaba esa vista, pero sólo de imaginarla me emocionaba.



- ¿Cómo habrá hecho mi abuela, hace más de un siglo, para bajar hasta el mar? - La pregunta de Perla mientras jadeabamos la subida bajo el sol del mediodía, nos hizo notar el contraste entre las casas, algunas antiguas, que no debían haber cambiado demasiado desde aquel entonces y otras que, detrás de un moderno auto estacionado, mostraban la fachada coqueta y aggiornata.  - A lomo de mula, dije, y tal vez ésta es  la casa de piedra, dónde vivía.


Llegamos a la cima del empedrado. El pueblo, desierto, parecía haber resbalado de la montaña, apretado y abigarrado.La magia de la calle empinada se borró con el reflejo del sol, implacable, que nos enceguecía desde los autos estacionados en una plaza desierta. Finalmente, apareció un hombre y le preguntamos por un lugar donde comer.
Ah! volete mangiare lo stocco? Y nos indicó un restorán en una esquina. ¡Una buena elección!  Nos recibió un saloncito fresco y un simpático chef. Una  vez sentadas, el mozo nos ofreció un par de platos típicos a base de "stocco". ¿Qué es? a pedido de mis amigas, saqué del fondo de la memoria, el origen de la palabra: ¡stoccafisso! dije...y qué es? claro había que traducir, es bacalao, dije, y debe ser la especialidad del lugar. Ahora ni piensen que yo lo pruebe! Pero lo probé, preparado en varias formas que a modo de degustación  (testarudo el hombre) nos traía el mozo. Perla, entonces, recordó lo riiiiiiiico! que era el bacalao cocinado por su abuela, ciertamente con la misma técnica y mucho más amor, allá en la lejana América.
Spaghetti con lo "stocco"
   Mientras comíamos nos enteramos que el apellido de Perla solo lo portaba "la fiorista", pero a esa hora el negocio estaba cerrado.
Comimos despacio, para dejar pasar el calor del mediodía. El sol seguía alto cuando bajabamos la cuesta, al revés. La calle era la misma, aunque la calma de la siesta, la hacía distinta. Perla estaba desilusionada, al final, no había encontrado nadie en quien reconocerse.
Se me ocurrió una sugerencia, vamos al Cementerio, a ver si allá encontamos a...alguien con tu nombre.

Fue ahí que la vimos, al fondo de la calle, sentada en una silla bajita, quieta, viendo el tiempo pasar por la puerta de su casa, con  el vestido negro, pulcro como sus cabellos cándidos, recogidos en un rodete. 

Nos íbamos acercando a la señora, una estampa repetida en todas  las antiguas fotos de inmigrantes calabreses. Entrañable. - Quiero sacarle una foto - dije - Dale, me alentaron las chicas. No , antes le pido permiso.
Me acerqué gentilmente - Buon giorno, Mi permette di farle una foto? - Me miró, con los ojos húmedos y sonrió con esa sonrisa tan anciana - A me, me voi fare la foto? - Sí! - E pecché? - Perché lei é bella! e poi gliela mando! - Qué,tu me mandi la foto a me? E da onne venite? - De Argentina - Perla intervino - mi abuela era de Mammola, se llamaba  Rosa María y yo vine para buscar a alguien, algún lejano pariente, pero ya no queda nadie...
Sí, c'è il marito della fiorista...lui se chiama cusí -
Le saqué la foto y me dijo su nombre, María Rosa Minnici - tiene 86 años y vive en Mámmola...desde toda la vida!
Le preguntamos dónde estaba el Cementerio y nos indicó otra subida.
- Cinque minuti, lí dall'altra parte della strada - Los consabidos cinco minutos!
Nos saludamos, con calidez, y emprendimos la subida "de enfrente".

 El Cementerio de Mámmola,construido en varios niveles,  en las postrimerías de la selva di Aspromonte, es grande,  fatigoso para recorrer, ya entrada la tarde, después de un día largo y muy movido.
Lo recorrimos hasta que no dábamos más. Nichos y tumbas, algunas lujosas, otras sencillas, por pasillos de grava, descuidados como en general, todo el lugar. El primer lugar sucio (y último!) que encontramos en Italia. Lo que no encontramos , fueron rastros de la familia de Perla. Ella dejó las flores que traía en un altarcito. De todos modos por ahí  debía andar el espíritu de sus ancestros.
Ya era tarde, por suerte faltaba poco a la llegada del autobús que nos devolvería a Reggio C. Bajamos el empedrado que data del tiempo de los romano y nos sentamos en un banco a la vera del camino, frente a la parada.
Sin apuro, con el pasito corto, apoyándose en el bastón, venía doña Rosa hacia nosotras. Llevaba un rosario en la mano libre y sonriendo, se sentó: - Li avete trovati li vostri morti? - Preguntó con interés - No, contestamos , no los hemos encontrado - Ella quedó callada un instante luego, con pesar, casi disculpándose, agregó - Peccato! Pecché sennó ce annavo io a pregare...voi state cusí lontane! - 
Al rato llegó el ómnibus. Habíamos tenido tiempo de conocer a una amiga de Rosa, que nos aseguró que los Rao, estaban "in alto" - allá arriba donde no nos dieron las piernas para llegar.
¿Creen que volvimos con las manos vacías? No se equivoquen: Perla encontró la esencia de sus orígenes, doña María Rosa, los dos nombres de su abuela, en alguien que nos ofreció su corazón, tan hondo, que hasta lo ofreció para rezar por nuestros muertos.
En el viaje de regreso a Reggio vinimos calladas, mirando el atardecer mágico de Calabria, que nos acompañó desde la selva hasta el mar.
Al día siguiente, nos despedimos de la costa y en un tren local, leeeeeento, nos dirigimos a Cosenza.
Allá ibamos al encuentro de los Spadafora - los que no emigraron - la gente de Mercedes.
 
Cosenza - Una estación moderna, limpia, taxi y hotel confortable. La llegada me predispuso bien, aunque me sentía mal. Estaba pagando mi tributo al sol de Calabria, pero decidí no darle importancia.
Nos comunicamos al celular de Doménico Spadafora y al rato ya estaba esperándonos en el lobby.
No sé todavía si las ciudades tienen el carácter de sus habitantes o viceversa, aunque, razonando, creo que el ambiente forma y define el modo de ser de la gente.
No hablo de usos y costumbres, hablo de ese algo que está en el aire, y en  el entorno. El aire es dulce y el entorno es a la vez alegre y con carácter. Así definiría a los calabreses que conocí.
Las piedras, testigos milenarios de la historia del pueblo, nos hablan de remotos origenes romanos, de guerras y conquistas que dejaron al pasar vestigios de diferentes dominaciones.
Como todas, la ciudad medieval está en la cima.
El castillo de Federico II de Svevia aún semiderruido, domina desde lo alto, un panorama bellisimo.
Cosenza, atravesada en su parte plana por el río Busento, cuyas agua azules lavaron las heridas de muchas batallas, creció de arriba hacia abajo. La mole maciza  del castillo protege el pueblo que se desarrolló trepado a la ladera, acercándose al llano man mano que iba creciendo.


Doménico nos llevó al atardecer. Subimos por callecitas donde el auto apenas pasaba y que, de repente, terminaban frente a una plaza o ¡en una escalera!
Las ruinas romanas se encuentran enterradas, protegidas por una iglesia, en medio de una placita. Cerca, puede ser a la vuelta o calle abajo, no sé, paramos en otro barrio.
"Acá vivían los abuelos" cuenta Doménico. Mercedes y Perla callan. Los edificios de cuatro pisos, con balcones chicos, de fines del '800,   llevan mal el paso del tiempo. Al principio de la subida, adosado a la pared - ¿para no caerse? - hay un bar donde al parecer esos abuelos con algún tío, se juntaban a jugar a los naipes.
 



     Estaba anocheciendo cuando bajando la cuesta, curva trás curva, vimos iluminarse "Cosenza la nueva",  linda  y elegante que descubriríamos al otro día.
Amaneció con mucho sol y poca sombra dónde guarecerse. Nuestra primera meta, era lo que sería nuestro Registro Civil, donde Perla buscaría los datos del nacimiento de su madre. Con gran decepción, no se encontró rastro. Quizás había nacido en un pueblo cercano, donde los nacimientos se registraban en la parroquia. Volvimos al centro de la ciudad que luce una hermosa peatonal, flanqueada por negocios donde se exiben las grandes marcas, mientras el espacio central está adornado con modernas esculturas.
Caminando por ahí, finalmente me compré un sombrerito de paja...Tarde! Ya el sol del "mezzogiorno"  había terminado conmigo!  Me reventaba la cabeza y no me podía sostener. Resultado, hotel, cama, médico y la noche arruinada! Habíamos invitado a cenar al primo y su novia. A pesar de las protestas, no permití que mis copañeras se quedaran. Me perdí una cena y una vista, maravillosas (me contaron!). El restorán, en lo alto, bajo las estrellas, balconea sobre la ciudad iluminada. Esta es la foto que me falta, pero aquí van las que ilustran lo que llegué a conocer, junto a unas personas increíbles, que nos brindaron calidez y afecto como si nos conocieran de toda la vida.
Me despido de Calabria con la frase que escuché de Mercedes, "Realmente, yo siento que soy de acá". La magia se había manifestado. La sangre que corre en nuestras venas no sabe de países ni de exilios.

Doménico Spadafora y sus primas

Cosenza



 
¡Roma! Difícil no entrar en lugares comunes y tratando de evitarlos, diré que el más famoso de los anagramas, es lo que mejor define mis sentimientos, apenas apoyo un pie en el suelo romano.
Roma-Amor : fluctuando entre el embelezo de siempre y las fuertes emociones nuevas, caminé lo andado y me dejé atrapar por las segundas entre las cuales incluyo el haber descubierto "ICastelli Romani" con Omar y Nélida, que nos ofrecieron un domingo inesperado. Un paseo que lo tuvo todo, desde el mítico "Castel Gandolfo" (donde comenzamos a palpitar la presencia de nuestro "Francesco") hasta los recogidos lagos Albano y él de Nemi, relucientes bajo el sol. Naturalmente, no faltó el goloso almuerzo a base de porchetta, el famoso lechón romano cocinado al spiedo y perfumado con hierbas.
Un domingo de sol, colorido y alegre, que concluyó con una rica cena en la casa de nuestros amigos, en un jardín tranquilo, lejos de la Roma colosal y glamorosa.
En este punto realizo que nada hay más lindo que encontrarte con amigos, mientras estás dando vueltas al mundo, lejos de casa.     
                                         









Roma non far la stupida stasera...un cierto cosquilleo me acaricia el corazón y él responde cantando. Se me pega la tonada socarrona y "fachera" del pueblo dominguero, de los dueños verdaderos de la vecchia Roma, ruidosa y sin recato. La del pícaro Rugantino y de la apasionada Rosetta..."smorza quel venticello stuzzicarello che c'hai" . Sí, se lo pido, apaga ese vientecito "exitantito" que tienes...tengo que aterrizar, bajar de esa nube lánguidas que pertenece a otra vida.
Mañana nos espera  la otra, la Roma eterna, la imperial y más que nunca, la Roma de San Pedro.

Amaneció lindo. El autobus paraba en la puerta del Convento donde nos alojábamos y llegamos en breve a Piazzale Términi. El Hop on - hop off nos llevaría a conocer los grandes hitos.
Preferiría no volver a describirlos, solo puedo transmitir lo que me llegó de la emoción de Mercedes, "primeriza" y apasionadamente dispuesta a dejarse enamorar. Perla ya estaba de vuelta!
Así pasamos  por los Foros, el Coliseo, la Fontana di Trevi, piazza Navona etc. etc. Dejaré que hablen las imágenes, luego seguiré contando lo más  de nuestro paso por Roma.










En la Fuente de Trevi nos perdimos.Yo me había alejado unos metros para sacar una foto.  Ellas solucionaron el susto con un celular prestado: estamos frente a Benetton, jaja! Yo las estaba viendo, ahí nomás, trás el gentío, mientras contestaba. De nuevo juntas, nos sentamos a una mesita, en la calle atestada y no parábamos de reír mientras saboreábamos el mejor helado de Roma, según dijo  la noble dama que nos lo sirvió. Volvimos al Convento, en horario...antes del toque dequeda! Para las monjas, las 23 es la hora tope. Después, te abren, pero con cara de reproche!
El famoso miércoles, 11/9/2013 amaneció lluvioso

 Caro Diario, hace dos semanas te dejé en suspenso con esta foto. La cosa pasa por no encontrar en los días de Roma, algo más impactante y singular. Me gustaría soslayar las obvias observaciones sobre el día a día, con sus anécdotas. Algunas simpáticas, como el encuentro de Mercedes, con una amiga a la que no veía desde años, en la Stazione Termini, tomando un café mezclado con relatos y recuerdos, en medio del gentío.
Esas son cosas que pasan en los viajes, en cambio, llegar a la Plaza San Pedro para recibir la bendición de "Francesco", el Papa argentino, el Santo Padre, (al que todos olvidan que así se lo debería llamar), nuestro Jorge Bergoglio devenido en Francisco, es algo que nos pasaría esa única vez en la vida.
Ahí estuvimos, con nuestras "entradas" obedientes ante la valla, esperando que los "Carabinieri" nos dieran paso. Fue allí que de repente, entre los nubarrones, la Basílica se iluminó, bañada por el sol, resplandeciente como un faro en la tormenta. Entramos, entre la muchedunbre eterogénea y ruidosa. Las sillas dispuestas como para un espectáculo al aire libre, fueron abordadas sin miramientos, aunque cada uno tenía asegurado un lugar. Nosotras tres, nos acomodamos, creo, en el medio. Podíamos ver bien los "preferenciales" ubicados arriba de la escalinata, a ambos lados del baldaquín blanco. Sobre la izquierda, bien cerca del sillón, un grupo de jóvenes ondeaba una bandera argentina. Me embargó una emoción extraña y comencé a llorar.
Desde ese momento, todo fue especial y difícil de explicar. La aparición, a las 10 en punto, del Papa blanco, cándido, sin oropeles ni pieles, produjo un instante de silencio que me hizo acordar el murmullo de una ola, antes del fragor al estrellarse. Bastó que él levantara los brazos y dijera, en su italiano con acento porteño, "buongiorno a tutti", para que el fragor estallara!      
Nos encontramos trepadas, las tres, sobre las sillas, para poder ver a Francisco mientras rodeaba  la plaza en un pequeño vehículo. Cada tanto desaparecía, se bajaba entre la gente y ahí tratábamos de verlo en la pantalla gigante, aunque era fácil saber dónde andaba, por los gritos de los más próximos.
Finalmente llegó a su sillón y nuevamente se hizo silencio. Esta vez, total. Nadie respiraba, sólo escuchábamos su voz, tranquila, diciendo su omilía sin enfatizar, con el tono convencido del que sabe de qué habla. Comparó a la Iglesia con una madre, una madre con su amor y sus defectos. La metáfora me hizo amar y sentir mía, esa madre. Y la calidez de la bendición, me hizo sentir muy bendecida, quizás como nunca. Hablo por mí, si bien sentí muy próxima la emoción de mis amigas.
No me quiero olvidar de otro hecho imprevisible que agregó lo suyo al momento y lugar epecial.
Mientras estábamos subidas a las sillas, oteando el andar del papamóvil, escuché un a voz de mujer que decía: pero ¡si esa es Perla! Sí, en Piazza San Pietro, en Roma, se abrazaron estos amigos que no se veían desde hacía quince años! Estos imprevistos son la sal de los viajes.
Salimos de la plaza, llevando los rosarios bendecidos que cada una traería a su gente querida.

Almorzamos apenas detrás de los muros Vaticanos y, cansadas, tomamos el bus hasta la Estación donde Mercedes debía encontrarse con su amiga Isabella.
Ya era avanzada la tarde cuando volvíamos al Convento: había que preparar las valijas. Al día siguiente volveríamos a la estación para proseguir nuestro viaje...direción Norte.
Era el 12 de septiembre.
Roma quedaba atrás pero, en la Fuente de Trevi, quedaban también las monedas que nos asegurarían la vuelta.
En ese tramo nos separamos. Mis compañeras descendieron del Freccia Rossa en Florencia, desde donde tenian planeado descubrir todo lo que Toscana podía ofrecerle en 3 o 4 días.
Sólo puedo hacerme eco del encantamiento desde sus emocionados (y sobrepuestos!) raccontos que incluyeron un par de días que, a continuación, pasaron en Venecia.
Nos separamos un jueves y nos volvimos a encontrar en Meina el lunes siguiente.
Cuando las dejé, proseguí mi viaje hasta la próxima parada, Boloña, del otro lado de los Apeninos. Un tramo de menos de una hora, practicamente a oscuras, en el vientre de las montañas, de oeste a este de la "bota".
Allí me esperaba Brunetta Baldi, una amistad nacida en ese mismo tren en 2012 y reafirmada durante un año, a través de mails en los cuales corrió la vida y un reciproco y muy afectuoso conocimiento. Son cosas que me saben pasar, esos encuentros que, la casualidad o el destino, me ofrecen mientras ando por el mundo. De un vuelo perdido, en Roma, en 2010, nació un vínculo muy estrecho con las dos "Marisas" de Rafaela y sus familias. Pero, sin divagues, te cuento, (caro Diario!!) que Brunetta me esperaba para llevarme a su casa en Ímola, a unos 30 KM. de Boloña, donde ella vive con su hijita.
Por otra de esas extrañas coincidencias, nos habíamos conocido, el año anterior, en la misma fecha que, era además el cumpleaños de la nena. Pasé veinticuatro horas con ellas, en una ciudad encantada, de esas que Italia esconde al gran turismo. Ímola fue notoria hace años por cuanto era una etapa   de "Le mille Miglia" mportante carrera de F. Uno, y donde infelizmente, perdió la vida Airton Senna, gran campeon brasileño.
La ciudad, con su castillo, medieval, cuidada y elegante, está inmersa en la campaña más fértil y rica de Italia.
En sí, da la sensación de un bienestar tranquilo, respetuoso del arte y la cultura que se respiran en cada rincón. Brunetta vive en un departamento, me parece al tercer piso, de una casa del mil y...tantos sita en una callecita encantadora. Deliciosamente reciclada, con todo lo moderno que hoy se puede pretender, conservando totalmente la atmosfera del tiempo que fue. Desde la ventana de la cocina, moderna y acogedora, se pueden casi tocar los muros románicos de una iglesia mientras se escuchan las campanas que marcan las horas.  
Conoci a Emma, que además cumplía los siete años al otro día, cuando llegó de la escuela.Ella se encargó de presentarme a la gatita, que en honor a mí (¿?) se llama Argentina, alias Argie.
Mientras mi anfitriona se preparaba para llevarme a conocer la ciudad, no pude resistir y, después de pedir permiso, comencé a darle a la camarita. Aquí vemos algo de la casa (que tiene "todo" de su dueña).
Salimos a caminar, en la tardecita tibia, recorriendo calles angostas, sin gritos donde, oh! maravilla, los autos son casi invisibles! Brunetta es una chica especial, muy sensible, culta - profesora universitaria de sciencias políticas - y, actualmente, melancólica. Es que Emmita tiene un posible, aún no muy definido, problema de salud. Mi empeño estuvo y está, en sostenerla y darle fe. En alguna medida, dadas las circunstancias, creo que lo logro.
Pero, volvamos a las calles de Ímola. El castillo, como debe ser, es parte de los muros y allà fuimos antes de entrar en el centro antiguo. Una primera pausa, tomando un café, me sirvió para relajarme y entrar en la normalidad de un encuentro tan anormal! Ella me contaba la historia del lugar, de como había decidido dejar Boloña, una ciudad grande, sede de la universidad más antigua de Europa, donde ella enseña, para gozar de una paz casi pueblerina y sin embargo, muy cercana a su trabajo. Las escuelas, públicas, son un modelo en toda Italia y la de ahí me pareció un encanto. Eso puede haber contribuido a la decisión.
Luego conocí la Biblioteca comunal, instituida en  un convento franciscano en 1608. El convento ya no es tal pero bajo los frescos, enn los escalones gastados de la escalinata, tuve la sensación de oír un sigiloso crujir de sandalias.
El lugar, una joya por donde lo mires, además, por el orden y el silencio que te envuelven al entrar. A eso se agrega un sistema informático de última generación.
Seguimos por callecitas hasta llegar a la "Piazza" de la ciudad.
Rodeada de recobas, ocupadas por mesitas de bares, a esa hora, pobladas de juventud. Chicos alegres y...qué se yo, educados, hasta en el tìpico bullicio que los asemeja a los jóvenes de todo el mundo.

  En Ímola, solo se va a pie o en bicicleta. Una antiquísima farmacia - que ciertamente vende antibióticos e ibupirac- te hace sentir como si entraras en la botica de un mago, entre elixires y extrañas pócimas. ¡Mirá si no es cierto!
Recorriendo, hablando de mí, de nosotros, de ella y de los otros, se hizo de noche y fuimos a casa, a cambiarnos porque la invité a cenar. Naturalmente, ella eligió el lugar, donde la sensación de estar viviendo mil años atrás, siguió acompañandome. La cena...sofisticada, pero el vino, ahhh, uno d esos vinos italianos que no se olvidan, hizo que las confidencias llegaran al hueso.
Había refrescado y yo estrené un hermoso chal que ella me regaló esa misma noche.
Volvimos tranquilas, por las calles silenciosas y desiertas, donde sólo se escuchaba el ruido de nuestros pasos en el empedrado.
Al día siguiente, el 14 de septiembre, Emma quería que me quedase a su piyama party, pero me esperaba el tren de las trece que me llevaría a Milán y de ahí a Meina, donde, para mi infinita alegría, llegaría Alejandro. Así que me despedí, abrazándola fuerte y dejándole un regalito.  Brunetta quiso concluir mi estadía, llevandome a conocer un pueblo cercano, muy peculiar, donde cada año, se reunen artistas que pintan murales en el frente de las casas. Era un día muy soleado. Antes de llegar, la ruta atraviesa esa campaña fèrtil de la que hablé. Un paisaje típico de la llanura Padana, la más extensa de la angosta península, y para mì, ¡tán hermosa!
Pasamos por una iglesia, del Piratello, que tiene su leyenda, donde confié mi oración por Emma y su mamá, a una vela encendida. Brunetta es profundamente creyente y yo la entiendo.
Luego llegamos al pueblo de los murales. (no recuerdo el nombre). Ahí caminamos un poco, saqué alguna "placa"...
 

y después de almorzar cerca de otro "castello, Brunetta me llevó a la estación de Boloña. Nos despedimos
con un abrazo muy apretado y un firme "arrivederci". ¡Hasta el año que viene...si Dios quiere!

 La vida es muy extraña, sólo ella sabe como hacer coincidir en una profunda comunión, a dos mujeres que recién se conocen, y aún mediando  treinta y cinco años de diferencia, puedan hablar como si se conocieran desde siempre.  Parafreseando a Serrat, diría, de vez en cuando la vida...te desnuda el alma.

El "Freccia Rossa" me depositó en la "Stazione Centrale" a las dos de la tarde. De ahí en una hora más llegué a Arona y finalmente, con Maurizio que me esperaba, llegué a Meina.
Alex me llamó para decirme que tardaría un poco porque ei tráfico venía lento. Todavía estaba en Suiza.
Me daba tiempo para prepararle una cena decente y abrir una botella de vino de Sicilia, fuerte y oscuro, que tenía preparada para él. Me esperaban cuatro días a solas con ese nieto que vive lejos pero que al rato, sabe borrar cualquier distancias. Teníamos mucho de que hablar, era viernes y mis dos "peregrinas", solo llegarían el lunes.
Ale, como siempre, traía un par de notebook, una Tablet y un celular ultrasónico. En Mi casa no hay Way Fay, por lo que nos levantamos temprano y fuimos a desayunar en un bar de Arona para que pudiera conectarse. La cena había sido tranquila, pero la sobremesa cortita. Los dos estábamos cansados, sin embargo eso no impidió que intentaramos ponernos al día con recíprocas noticias...al menos en parte.
Se sabe, las cosas van surgiendo de a poco. De lo inmediato, que como están todos, en qué andás ahora etc.se llega de a poco a "hablar". Cada uno lleva algo en la mochila y los momentos no son tantos. No esos especiales que acercan  una abuela a su nieto y viceversa. Un nieto que es un hombre. Un hombre que conoce mucho de la vida, la puede entender aunque, a veces, no todo está tan claro y hablarlo, ayuda.
Por suerte, sí, por suerte, el domingo llovió. Alex no es "visitante" en Meina, los dos podemos prescindir de pasear, de modo que no salimos y ese día se transformó en un inesperado largo momento.
 
Cuando lo pienso, siento que Dios me ha bendecido o tal vez compensado. Es que eso se repite con cada uno de mis nietos: con cada uno siento que a lo largo de mi vida, larga, ha sido mi desvelo pero al mismo tiempo, mi apoyo, el bastión emocional más fuerte en las tormentas que nos azotaron.
Ay! caro Diario, siempre me salgo de madre. Será que la mente es un río? Sí, un río loco que precisa de un dique.
El lunes era día de trámites en Arona. Fuimos de nuevo a desayunar al mismo bar y una vez terminado el tramite, Ale se fue. Nos saludamos...hasta Navidad, dijimos, pero yo lloré lo mismo! Él iba a Milán donde tenía trabajo y la idea era no volver a vernos.
Esa misma noche, después de las ocho, llegaron mis compañeritas (menos mal. La soledad no es mi amiga).
Venían enamoradas  de "el sol de Toscana" - como en la película - y de cada lugar. Florencia, Pisa, Siena, San Giminiano y la campiña. En un revuelo de palabras, me transmitieron emociones y anecdotas, pero todo eso lo contarán ellas, incluyendo la aventura de perderse en Venecia!
Al día siguiente pasó algo lindo e inesperado. Ale nos sorprendió en Arona, con una llamada desde l autostrada. En media hora estoy, dijo y llegó para almorzar con nosotras y saludar a "las tías", en un breve "intermezzo" antes de llegar a Turín donde lo esperaban.
 

En Arona,17 de septiembre:, ristorante Spagna:qué copado, jajaja!

Nos quedaban todavía diez días de Italia, estábamos en Meina y había que concentrar todo lo posible! Nos faltaba Milán (¡nada menos!), llegar a Suiza (para Mercedes, imposible renunciar) y recorrer el lago y las Islas Borromee. Preparé los itinerarios y el sol nos bendijo.
Volvimos a Stresa a buscar otro auto, un  Fiat Panda, servicial y simpatico. Esta vez nos quedamos a recorrer esa ciudad, pequeña, hermosa y adorable. Tán adorable, que volvimos varias veces, incluyendo el último día de aquel "Italia 2013". Esa tarde del 25 de septiembre, entregué el auto a la agencia y, después de unas (infaltables!) últimas compritas, nos despedimos, ya casi instalada la melancolía,  con un aperitivo en la placita.
 Este fue un flash. Pero volvamos, comenzando por mi Lago y sus lugares más hermosos...incluyendo Locarno que, a pesar de ser Suiza, se baña en él.
 
  Arona- Lago Maggiore, "Piazza del Pòpolo"

Arona - Lungolago (Costanera) y el Castillo de Angera en la orilla Lombarda.

 Para ir a Locarno, elegimos la navegación. Dejamos el auto en el puerto de Baveno y embarcamos.

  El "battello" toca todos los "puertos", es decir, la travesía es un paneo panorámico de esos lugares que Mercedes extrañaba no haberlos nunca oído nombrar.
Verbania, Cannero, Canobbio, y de oeste a este, entre las dos orillas, la de Piamonte y Lombardía, hasta llegar a Suiza. Donde termina el lago.Cómo estará demarcada la frontera en el azul profundo?
Se me ocurre que Dios, cuando creó el mundo lo sabía todo, ciertamente, pero ignoraba que los hombres llegarían a dividir la creación!
Baveno, desde el bar del puerto.
Verbania-Pallamza desde el barco.
Almuerzo a bordo: Primo piatto...qué prtegunta! Spaghetti! "Secondo" más en carácter, "pesce" del lago.
Canobbio: nos faltó caminar este amor de mi vida. Consuelo: hay que dejar algo,para la próxima!
Mercedes llegó a Suiza!!


Momentos en Locarno.
Patitos en el lago: seguramente con doble ciudadanía!

Un pequeño viaje "al exterior", lindísimo día, pero volvimos un poco cansadas. El día siguiente, como en los tours, propuse día libre. Nos levantamos tarde, desayunamos y después de asear la casa, salimos a hacer diligencias. Meina dista unos cuatro kilómetros de Arona, que es una bonita ciudad, que lo tiene todo, además del lago!





Así que, farmacia, correo, teléfono, tarjetas y una escapada a saludar la familia con la que quedamos en vernos el 24, cumple de mi sobrina Camilla. Después de almorzar en el "Spagna" (es limpio y se come bien por 10 euro/persona), sorprendí a mis turistas con un paseo a la orilla del Ticino. Es el río afluente que nace en las cascadas de Schafhausen, Alemania, entra al norte en el lago y sale al sur, en su camino hacia el Po, el río más largo de Italia.  Del otro lado del puente que supera el río, nos encontramos en Lombardía. Sesto Calende es la primera localidad. Cuando la conocí, era un pueblito, oscurecido por la guerra que le había volado el puente. Recuerdo que crucé de a pie unas tarimas apoyadas sobre botes, dejando un taco en las ranuras de la madera. Iba a conocer a mis futuros suegros y llegué con un zapato en la mano!
(Aguantame Diario, sabés que el rígido de mis recuerdos es inacabable.)
Decía, Sesto Calende, se apoya sobre el río pero se extiende hacia la colina con industrias y comercios importantes.  Sin embargo, a lo largo del Ticino, conserva unas bellas lconstrucciones y el estilo del siglo XVIII.
En una tarde soleada de principio de otoño, la luz es dorada y todavía viene bien un helado! Mis amigas aprobaron todo, se encantaron con el lugar, con el helado y Perla también con una camioneta de no sé que famosa marca.




El tiempo volaba. y tuve la brillante idea de ir a Milán en domingo. Otras veces me había ido bien, poco trafico en las calles, pocos milaneses en "Piazza del Duomo", así que basándome en esa experiencia, sugerí llevar a Mercedes a conocer mi ciudad en nuestro último domingo italiano. Un desastre! La aglomeración de humanos, de todo tipo y color, apenas si nos permitió caminar por la Piazza, la Gallería y el Corso Vittorio Emanuele. No sabíamos que se cerraba ese día la Semana de la Moda, evento importantísimo que trae desfiles de grandes casas de todo el mundo y, naturalmente, los personajes que le dan renombre.
Al menos,en  mi visita "guíada" pude mostrar a las viajeras, la casas Armani, Vuitton, Krizya, todas en la famosa Via Montenapoleone donde, para entrar, hay que tener invitación y por lo menos una "Visa Platinum" en la cartera! El resto de las mortales podía mirar el brillo de tanta Moda, en las pantallas gigantes emplazadas en los alrededores.

 Lindos los zapatos ¿no? y la carterita? Para comérselos...son de chocolate!!

Por suerte, el paseo  había comenzado calmo, a la mañana, llevando las flores de 2013, donde descansan mis padres. Después de un tranquilo viajecito en tranvía, un rico café de por medio, llegamos al Castello Sforzesco, morada del Duque Francesco Sforza, que allá por el 1400, gobernó Milán. El castillo, lleva muy bien los siglos que cuenta, dando con ésto el mérito a las infinitas generaciones de milaneses que lo mantuvieron hasta hoy, con el inicial esplendor. Ahora alberga muestras de arte, de armas antiguas, un museo permanente y en los diferentes patios se realizan conciertos y diversos actos culturales. En síntesis una joyita que, espero, hizo que mis compañeras me perdonaran después, el trajín de la tarde en las calles de la Moda (con mayúscula!)      
En Milano, quedó mucho por ver. Al Duomo, no pudimos entrar...siempre es bueno dejar algo ¡para la próxima!
Se estaba acabando el tiempo. Cuando se llega a los últimos días, las hojitas del almanaque vuelan como golondrinas en otoño. El avión nos esperaba el próxomo 26 y amanecí el lúnes 23, propniendo el último prograama, visitar las islas más bonitas del Verbano (este es el nombre que le dieron los Romanos, al Lago Maggiore)
El cielo no estaba muy luminoso ese día. El otoño, puntual, nos sugirió llevar camperitas para la corta navegación. Las islas se ven desde el camino que bordea el lago y el "battello", para en todas, como un colectivo. Manejé la Panda hasta Baveno desde donde embarcaríamos por segunda vez.
 

 
Baveno es una pequeña ciudad, amable,elegante y antigua (¿qué lugar de Italia no le es??) Aquí vemos el saludo floral que cambia la fecha cada día. Und barcito, la Iglesia del Siglo XIII y la parte que se asoma al lago.
La primera, la más pequeña, la que más me gusta, es la "Isola dei pescatori". Sigue acorde a su denominación y entre las callecitas que suben y bajan de un lado al otro, se pueden encontrar redes colgadas, entre los negocios de souvenir, infaltables e incoherentes.
Cada lugar deja en quién lo visita, una impronta acorde al momento. Para mí, cada vez, es un primer encuentro o, si queremos, un contínuo renovarse del  primer encuentro. Puedo mirar cientos de fotografías, guardadas en los albums o en Picasa y sin embargo, no resisto al encanto de un rincón, de una luz que nunca son iguales.

Aquí, las bellas, llegando a "Isola Bella", la más refinada, sede del "Palazzo Borromeo" que, al sur de la Isla, cae al lago en una secuencia de jardines colgantes, donde una profusión de esculturas y el andar pomposo de los blancos pavos reales, transportan a otras épocas. Eso lo cuento por si acaso alguien tiene la oportunidad de ir, porque nosotras no entramos. Era muy larga la visita que obliga al paso por una infinita sucesión de estancias del palacio, antes de llegar al jardín. Preferimos disfrutar el afuera, con su mezcla de lugar patricio, e mercado "persa" sin olvidar la debida velita (ya incontables!) en la iglesia de San Julio.Tengo absoluta fe de que alguno de tantos fueguitos, haya llegado al Cielo.





 
La vuelta a casa, ya con sabor a última, nos puso melancólicas. Esa fue la tarde del aperitivo en la placita de  Stresa. ¡Nada como un daykiri y los ¿últimos? paquetes para levantar el ánimo! Además, en dos días, volveríamos, todavía nos faltaban una fotos!
La última "parada" fue el día 24, en casa de mi sobrina Roberta, otra vez arriba, en la colina del "Alto Vergante", una zona que se da el lujo de tener el Verbano a sus pies. Era el cumpleaños de Camilla, mi sobrinita nieta que, en 2010, se enamoró de Buenos Aires y las Cataratas.
Fue un festejo, su festejo y nuestra despedida. Después de todo es lindo despedirse en un lugar así!



Con mis dos cuñadas, en el medio, y Marina, mucho más que una amiga, voy cerrando ésto que se está pareciendo a la bitácora que no quería que fuera. Pero los días, vienen uno después del otro, tienen un número que marca sin fallas, el paso del tiempo.Faltaba un día, el 25 y...todo por hacer!
Es típico el frenesí que me agarra cuando debo cerrar casa y valijas. Son tán pocas las ganas, que siempre dejo todo para el último momento.
Pero vamos a ese día 25. Tampoco había que tomársela tán a pecho, después de todo, el avión salía a la tarde del 26, Daniele, mi fiel taxista ya estaba apalabrado y podíamos darmos un último gusto!
Fuimos a entregar la Fiat Panda, a la que nos habíamos encariñado, justamente ¡en Stresa!
Mercedes finalmente logró fotografiar los hoteles, suntuosos e internacionalmente famosos, que se alzan frente al lago, con vista a las islas y más allá. Estas son sus fotos u creo que valía la pena...así como tomar un último aperitivo en ese paraíso.





 
 Amaneció lindo el día de la partida. Estaba todo listo, guardado y empezaba la cuenta regresiva. Chauu Meina!! - 26 de septiembre de 2013.
La nueva terminal del Aeropuerto de Malpensa pertenece a la línea aérea arabe. El lujo y el confort nos hacen la espera muy agradable. Falta mucho para llegar...y ya siento en los ojos el inconfundible escozor del adiós. 
Sí, esta es la primera foto, que como sabemos, debía ser la última (o casi!)


Cansadas ¿no? Ya falta solo una noche, el vuelo hará escala en San Pablo y finalmente, despiertas y ansiosas
veremos, allá abajo, cada vez más cerca, Buenos Aires!
Los abrazos se multiplican, la carita sonriente de mi hija, la barba suave de mi hijo, la sonrisa cariñosa de mi yerno y Pato, Martín, Bianca y Carlos: estaban todos para hacerme sentir la alegría del regreso al hogar!

TARDÉ MUCHO EN ESCRIBIR ESTE POST. "CHISSÀ PERCHÉ?" 
 EN VERDAD, ANDUVE UN POCO DISPERSA Y, VAMOS, CON DICIEMBRE Y UN ENERO  INFERNAL EN EL MEDIO...

HOY ES EL Iº DE MARZO DE 2014 Y EN POCOS DÍAS ESTARÉ VOLANDO DE NUEVO, ESTA VEZ, EN BUSCA DEL  PRIMER DÍA DE PRIMAVERA...PARA DEVOLVERLE, Y ME PARECE JUSTO DESPUÉS DE TANTOS, A MI CUMPLEAÑOS, SU EQUINOXIO!

















 
   
















5 comentarios:

  1. solo... clap clap clap!!! muy lindo, emocionado y hermosamente vivido tu viaje mami!!! espectaculares las fotos!
    veremos el relato después del próximo viaje!! seguro será genail com este! vamos a hacer lo posible q sea tu super viaje!!!! besooooooooooooo

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    1. Guauu! Gracias, es un poco largo pero es difícil sintetizar emociones propias y tratar de describir las de quienes te acompañan. Pero es cierto que fue otro viaje "especial", Y el muy próximo??? Tiene todo (¡todas! jaja) para ser insuperable!! besosososo

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  2. lo paladèe, lo disfrutè y ...este relato es hermooooooso!!!! Las fotos? tan tan lindas!!! y el cielo azul que estaba siempre! Gracias por hacerme compartir este Diario de Viaje!!!! Su´

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    1. Gracias! Cada vez que relato un viaje pienso en quienes lo leerán y me emociono cuando compruebo que nunca me equivoco: siempre sé quien, leyendo, ha viajado conmigo!
      Besos!

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  3. Realmente es una lectura comparable , a las mejores historias escritas por maestros de la lengua , y de la logica.¡¡
    nunca pense que un diario pudiese ser literariamente perfecto para viajar (de ojito¡¡) con las sensaciones y emociones prestadas .....¡¡Gracias Rossanna.¡¡ has logrado quitarle a mis 84 años varias decadas de pesimismo reprimido , por creer que uno ya es un modelo obsoleto.......de todo corazon ...muchas gracias.... Ale

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