miércoles, 10 de marzo de 2010

Hoy no hablo de mí

Carissimo Diario,


(el superlativo es porque te extrañé) pero, como digo, voy a hablar de otra gente y de otras cosas que tienen otra importancia.


Hace unos días, me llegó de Marian Vilella (que aún no conocía) la invitación a participar de algo tan sencillo, como procurar útiles para una escuelita del Chaco.


Digo, tan sencillo, para nosotros que tenemos de todo y un poco más. Como muchos, me dirás. Sí como muchos que ignoran o no quieren ver, a los que de ese todo, no les llegan ni las migas...si no fuera por gente como Marian y sus amigos.


Si no me creen, abran este blog: http:/grupoaguaraguazu.blogspot.com/


Seguramente hay otros grupos, pero este es el que yo acabo de conocer.





Por favor, es fácil comprometerse, cuesta solamente el deseo o la necesidad de hacerlo.


Ellos hacen envíos cada dos meses y allá se precisa de todo!


Como en las colonias aborígenes que mostró el noticiero del 13, donde la pobreza es más pobre que la miseria misma. Donde hay ancianos que ya son esqueletos, donde no hay casas ni chozas: el "hogar" se arma bajo cuatro cañas que sostienen un plástico agujereado.


Donde hay hombres y mujeres envejecidos en una juventud que el hambre y la inercia se han llevado.


Donde nacen niños, aunque muchos mueren a los tres años por desnutrición. Y , me dirás, ¿por qué nacen niños si esas son las condiciones de los adultos? Dejo la respuesta a la sabiduría de Valentina: porque se acuestan, señora, se acuestan, porque no tienen otra cosa.


¡No tienen otra cosa! Es verdad, ninguna otra cosa que un abrazo en el cual si no hay amor, por lo menos se olvida el hambre...por un rato.


Y los niños nacen en el suelo, en medio de la suciedad, sobre un resto de cobija, mientras la hermanita del que llega, tiene seis años y cortará el cordón con una tijera.





Yo no quiero impresionar a nadie. La impresionada y rabiosa soy yo que me quiero sacudir la sensación de impotencia.


Si hacemos algo, entre todos, si hacemos que la voz corra y se levante, los olvidados dejarán de serlo, al menos para nosotros.


Les doy alguna idea. Cada vez que vayan al super, compre una cosa más de las que necesitan. Sólo una por vez. Una caja de leche en polvo, la semana siguiente serán fideos o gelatina o una lata de duraznos o de tomates, un paquete de harina, una bolsita de galletitas de todos los colores, que los niños deben, además sonreír. Azúcar y unas cajitas de aspirinetas, que nunca están de más.


Alguna ropa (los mayores también andan en harapos) o ropitas, de esas que ya le van chicas, a nuestros nenes o de aquella de la que ya estamos aburridos.


Enfín, la lista es larga y todos la conocemos. Junten y me avisan o avisen a Mariana Vilella.





Hablamos hasta el cansancio de defender a nuestro planeta...y bien, también podemos empezar con limpiarlo de la indigencia y del hambre. Comenzando por "casa", ojo, que como decía mi abuela, por ahí debe empezar la caridad bien entendida.


Stop.


Llegó el momento del "verso" necesario para aquietar el tumulto interior.





Quietud





Se aquieta la tormenta.


Un rayo de sol


atisba entre las lágrimas


del sauce.





El pensamiento vuela


sobre la luz


y se disuelve


en una gota de rocío.





Rosanna Altieri -2004





5 comentarios:

  1. contá conmigo... ya vamos a empezar a armar la cajita para el chaco! y seguro se va a acoplar más gente!
    besos mami.. como siempre generadora de grandes cosas!!!!
    te quieroo!
    lel

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  2. Nonnis sos lo más! Te adoro, sos pura luz y ejemplo (Ma a vos también jajaja).
    Muaaaaaaaaaaa

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  3. GRACIAS A MIS DOS GRANDES COMPINCHES!
    SÉ Q SIEMPRE PUEDO CONTAR CON USTEDES!

    BESO BESO

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  4. Rosanna!! Vero tiene razón, sos lo más!! Mil gracias por ayudarnos a difundir nuestra pequeña obra, q sin duda no sería la misma sin personas como Vero y vos q siempre están atentas a brindarse y ayudarnos!!! De verdad mil gracias!!! Besos, Marian

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  5. Gracias a vos,por entender que si cada uno hace algo para su prójimo, lo está haciendo para todos.
    Y me encanta seguirte en ese camino.
    Beso, Rosanna

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