martes, 4 de mayo de 2010

Reflexiones de madrugada.


Hola Diario,

hoy vengo con una pregunta, es muy tarde y no puedo dormir si no sé la respuesta.

¿Se puede estar triste y contenta a la vez?

Es posible, me dirás. Nuestro corazón no sigue un solo camino. Es "uno zingaro" y va por donde lo lleva el momento.

Hace unas horas se fue mi hijo que cenó conmigo; poco antes había estado con Susi...un rato, demasiado corto en visperas de cuarenta días sin esa cercanía que no sé por qué, voy a extrañar más que nunca.

Se van de viaje dentro de poco más de un día; Vero dentro de dos días. Qué me pasa? diría que me estoy poniendo vieja...¿será? o sería hora? De darse cuenta. Tal vez!

Estoy más que contenta, estoy felíz pensandolos donde tanto quieren estar, pensándolos en los caminos que eligieron con aquella ansia que precede el viaje.

Qué digo? Vero se va de vacaciones, pero sola. No es la primera vez, tengo que admitirlo, no sé de qué me preocupo. La va a pasar tan bien! Vero...es una genia, pero es mi nieta, oh!

Y siempre hay "cosas". Tato y Susi se van sin que yo los acompañe a Ezeiza. Es la primera vez y me pone mal. ¿Qué? Este ojo! Y esta vida que ya no es la misma. ¿No ves? ¿No te lo dije? Veo menos!! Ya me preocupa manejar hasta Ezeiza! Quizás este sea un componente de la tristeza.
Ni que hablar de esa tal soledad.

No estoy de acuerdo con Françoise Sagan, bonjour tristesse...¡NO! No quiero.

Vamos a exorcizarla. A ver qué sale.


Hojas al viento, vuelos de gaviotas,

cielos azules, mares inmensos

estuvieron ayer y estarán mañana.


Sólo el hoy existe, hoy.


Atrápalo en todos sus colores,

el tiempo, sin sus días, no es nada

es y será, ayer, hoy, mañana.


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