...de tantos, de tanta vida, donde el recuerdo total se dehilacha y revolotea como retazos coloridos en la pantalla de la mente, me es difícil atrapar alguno en especial.
Mabel, me duele hasta ver tu nombre, mi hermana del corazón, la de los veinte, de los barriletes que no subían porque las colas, de tan lindas, eran demasiado pesadas. Pero aunque los muchachos protestaran, el piolín que llenábamos de sueños era tan largo que llegaba hasta ese cielo que veíamos hermoso, de tan lejos que estaba.
Ahora se acabó el piolín. Vos has llegado y mi carretel se achica. Los que tanto amamos, que nos precedieron, ciertamente te han tomado de la mano. Quizás este pensamiento me ayude a llorar. Lo necesito tanto o la piedra que tengo en el pecho se pondrá muy dura. Quizás le cuentes a Giogio lo de aquella solapa de la cual me dejaste el mérito, para que nosotros hicieramos las paces. Quizás le cuentes a Bepi de aquellas confidencias de "mujeres" que nos aproximaban tanto.
Te quiero amiguita, ves? no puedo decir "te quise" porque así va a ser, al presente, como lo siento. Quise llegar a escuchar tu respiro, a susurrarte despacito ese aquí estoy, que sé que escuchaste. Te acaricié, y sé que lo sentiste, porque sé que me esperabas.
Nos amaremos siempre, Pochita, hasta volver a encontrarnos. Ahora el hueco es grande mas quisiera llenarlo con un verso, porque sé que los disfrutarás. Quizás no me salga tan bien, aunque sé que a tí te parecerá hermoso:
Amiga de mi alma, déjame que recuerde
aquellos días, cuando en la edad madura,
buscando el sol de Italia,
con las risas a cuestas, buscamos la aventura.
Escuchando campanas y subiendo cuestas,
o andando por Milán, en busca de mi infancia
te compartí mi tierra para sentirte más cerca.
Compartiste con mi hijo el oro de Praga,
entre risa y emociones. Y con mi nieto, la verde
Suiza de su nueva vida.
Conmigo, nuevamente, el candor de mi Montaña
y el silencio de un rezo.
Juntas nos vio mi lago, encrespado en su brisa.
Quise vivir contigo, aquel lugar
de donde había venido.
Ahora, dejame celebrar, aún si es con llanto,
todo el amor que nos ha sido dado.