viernes, 30 de julio de 2010

El día después




...de tantos, de tanta vida, donde el recuerdo total se dehilacha y revolotea como retazos coloridos en la pantalla de la mente, me es difícil atrapar alguno en especial.









Mabel, me duele hasta ver tu nombre, mi hermana del corazón, la de los veinte, de los barriletes que no subían porque las colas, de tan lindas, eran demasiado pesadas. Pero aunque los muchachos protestaran, el piolín que llenábamos de sueños era tan largo que llegaba hasta ese cielo que veíamos hermoso, de tan lejos que estaba.




Ahora se acabó el piolín. Vos has llegado y mi carretel se achica. Los que tanto amamos, que nos precedieron, ciertamente te han tomado de la mano. Quizás este pensamiento me ayude a llorar. Lo necesito tanto o la piedra que tengo en el pecho se pondrá muy dura. Quizás le cuentes a Giogio lo de aquella solapa de la cual me dejaste el mérito, para que nosotros hicieramos las paces. Quizás le cuentes a Bepi de aquellas confidencias de "mujeres" que nos aproximaban tanto.




Te quiero amiguita, ves? no puedo decir "te quise" porque así va a ser, al presente, como lo siento. Quise llegar a escuchar tu respiro, a susurrarte despacito ese aquí estoy, que sé que escuchaste. Te acaricié, y sé que lo sentiste, porque sé que me esperabas.




Nos amaremos siempre, Pochita, hasta volver a encontrarnos. Ahora el hueco es grande mas quisiera llenarlo con un verso, porque sé que los disfrutarás. Quizás no me salga tan bien, aunque sé que a tí te parecerá hermoso:






Amiga de mi alma, déjame que recuerde
aquellos días, cuando en la edad madura,
buscando el sol de Italia,
con las risas a cuestas, buscamos la aventura.

Escuchando campanas y subiendo cuestas,
o andando por Milán, en busca de mi infancia
te compartí mi tierra para sentirte más cerca.

Compartiste con mi hijo el oro de Praga,
entre risa y emociones. Y con mi nieto, la verde
Suiza de su nueva vida.

Conmigo, nuevamente, el candor de mi Montaña
y el silencio de un rezo.

Juntas nos vio mi lago, encrespado en su brisa.
Quise vivir contigo, aquel lugar
de donde había venido.


Ahora, dejame celebrar, aún si es con llanto,

todo el amor que nos ha sido dado.


































4 comentarios:

  1. Yo, que no creo en dioses, en vidas futuras ni en energìas o reencarnaciones, celebtro la inmortalidad que le das a tu amiga, a través del recuerdo. Eso no tiene valor porque, más allá de las creencias, sucede de un ser humano a otro.
    Cordialmente,
    Yo.

    ResponderEliminar
  2. Mi niño errante,
    gracias por tu comentario. Puedo entender la no-creencia a la que llegan algunos, muchos pocos u otros. Quizás no "llegan", sino que siempre estuvieron en ella desde las bases y, como dice Jung: "no podemos liberarnos de nuestras bases arquetipicas" o quizás sea solamente una evolución personal, una diferenciación de la conciencia. Todo es válido.Pero hay algo que los seres humanos defendemos y propiciamos, desde la creación: la trascendencia. Cada uno puede trascender desde si mismo, por su legado, por su obra, por su amor o por su historia, pero será por un tiempo. La infinitud de cada uno se pierde en dos, con mucha suerte y cariño, en tres generaciones. El legado se disolverá en la nebulosa de los tiempos.El retrato, amarronado, en cien años, un cuadro de autor en quinientos.Tiempos medidos en la medida finita de lo humano.
    Para los que creemos ser algo más que lo que fuimos, la trascendencia se da en otra dimensión. Es ahí donde me veo, donde veo a los que no he perdido, porque allí su trascendencia, va más allá de sus cenizas.
    De nuevo gracias...de un ser humano a otro.
    Yo

    ResponderEliminar
  3. mami... solo quisiera que alguna vez una amiga me recuerde y lleve así en su corazón cuando me vaya..
    solo se que Mabel está emocionada leyendote y sientondote así.. así de cerca..
    gracias por compartir con todos ese enorme amor,por enseñarnos que la AMISTAD, sigue eternamente, más allá de la presencia física.
    te amo
    yo..lel

    ResponderEliminar
  4. Gracias hijita.
    En verdad estoy más que segura de que la Amistad, así con mayúscula, es un bien que la vida nos regala, tan importante e imprescindible como lo es el amor.
    Cuidar ese don y alimentarlo es nuestra tarea ya que se nutre con la comprensión y la entrega recíprocas.
    Y me alegra la certeza de que sea vos que mi nieta, conocen ese culto.
    Beso, 'Ma

    ResponderEliminar