Caro Diario,
me quedó algo por decir con respecto a "Il vento non sa leggere".
Era una novela traducida al italiano en su 7ª edición, en 1953.
En ese mismo año pasaron cosas, como mudarnos a una casa grande y tener una hija. ¿Casi nada, no?
Y algo seguía pasando en esos días de mi vida, como seguir enamorada de mi marido. Es decir, seguíamos enamorados...es decir ¡vivos!
No recuerdo en que ocasión le regalé el libro, pero recuerdo que ese pasaje que reproduje, me lo leyó en voz alta, una noche, en la cama.
Después lo leí sola. Nunca olvidé la historia ni los momentos que acompañaron su lectura.
Anoche lo encontré, después de buscar un rato entre los libros "añejos" y me emocionó ¡lo anciano que se ve!
Las páginas parecen implorar, no me toques o hacelo con delicadeza. Son viejas y delicadas hojas, con el mismo color de las hojas de otoño que se desmigajan si no las tratás con dulzura.
Eso mismo, dulzura, amor y añoranza me acompañaron en mi escribir.
El viento, sin saber leer, se llevó muchas hojas.
Lo esencial, es lo que queda.
viernes, 20 de agosto de 2010
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