Un lunes feriado, el último día de un largo week end, puede diluirse en una suave modorra o transformarse en algo para recordar.
Mi hija me propuso ir a "fotografiar cúpulas". Podía haber sido un programa más concurrido pero este lunes decidió pertenecernos a nosotras dos, solitas. Esto es lo primero que debe ir al archivo del recuerdo.
De hecho no es frecuente, diría muy infrecuente, que nos encontremos madre e hija, a solas, paseando sin otra cosa que éso, justamente, pasear y conversar tranquilas, de esto y aquello, mientras el auto recorre una ciudad calma que se ofrece y se embellece, como una mujer con ropa de fiesta.
Una magia particular habita la tarde.
Sabemos que esas cúpulas siempre estuvieron ahí, exactamente dónde las ibamos a buscar. Pero la diferencia está entre el mirar y el ver. Hoy decidimos ver. Ver como el sol y el azul pueden vestir de luz los sueños de algunos arquitectos que decidieron, hace poco más de un siglo, que su ciudad debía ser patricia.
Porque hay nobleza en las cúpulas, no importa si culminan edificios donde los estilos se mezclan, donde el barroco francés se confunde con reminiscencias hispanas o con arcadas de neto estilo itálico.
Quizás, cada uno de aquellos realizadores trajera en su corazón y en la punta del plumin, el recuerdo de otras orillas. Pero es en las cúpulas dónde se unifica el sentido: la cúpula se eleva hacia el cielo, es plegaria y orgullo. Y agradecimiento.
No faltó el café típico de la Avenida de Mayo. El cafecito, al cual se invita el amigo, sin hablar, solo indicando el espacio del pocillo, entre el pulgar y el índice.
Hoy se lo ofrecí a mi hija, la misma a la que hace muchos años, en lejanas circunstancias, definí como mi pequeña única gran amiga.
Las cúpulas de Buenos Aires son un verdadero programa. Descubrir en la altura esas joyas arquitectónicas que siempre estuvieron pero que en un determinado momento decidimos contemplar por el mero gusto de observarlas, ese simple gesto no tiene precio.
ResponderEliminarBuena semana corta, Rosanna!
Cariños.
Es lo bueno de la vida; darse cuenta de lo que pasamos por alto, solamente por distraídos, y recuperar la curiosidad por descubrir lo bello.
ResponderEliminarBuena semanita para vos también.
Un beso y siempre hracias por estar ahí.
mami.. fue una tarde especial, con sensación de calma y plenitud, no había más nada que hacer o en que pensar, solo buscar las cúpulas ..
ResponderEliminarellas nos miran desde arriba con donaire y a veces con cierta tristeza porque los de abajo no olvidamos de mirarlas. Sentí que nos saludaban desde arriba, orgullosas de ser lo que son, de guardar quien sabe que secretos ... ahh! que bueno, un simple paseo se convirtió en algo mágico, en algo que nos hace volar la imaginación.. ME ENCANTO!!!!! y la frutilla del postre fue hacerlo así.. LAS DOS SOLAS! IMPECABLE!!
nos esperan más tardes iguales, solo tenemos que dejar que lleguen y toamrlas al vuelo..
te amo!!!
besos mami y pensá que más podemos hacer, solo como simple excusa para estar juntas..
ñaaaaaaaaaaaa que tiernas las dos!!!! me encantó el post y el momento que pasaron juntas :)
ResponderEliminarlas quiero muchoooooooooooooooooooo!
Sí!! IMPECABLE!
ResponderEliminare INVENTAREMOS MOMENTOS O DEJAREMOS QUE SUCEDAN PARA, COMO DICE MI HIJA, AGARRARLOS AL VUELO.
FANTASÍA NO NOS FALTA, SOLAMENTE HAY QUE DEJARLA SALIR.
BESOS BESOS BESOS! LAS QUIERO TANTO TANTO!
NO PUEDO DEJAR DE EMOCIONARME AL LEER ESTO!
ResponderEliminarVIVAN LOS ENCUENTROS MADRE-HIJA, CON CUPULAS QUE SON "EXCUSAS" PARA PASAR UN RATO JUNTAS!
SON MOMENTOS MAGICOS EN LOS QUE RECUPERAMOS CERCANÌA, AFINIDADES, PAZ PARA CHARLAR, Y SIEMPRE DESPUES NOS QUEDA GANAS DE MÀS Y MÀS Y MÀS.
(A MÌ TAMBIÈN ME PASA Y LO DISFRUTO MUCHO!)
SU
Sí,Susi, vivan los encuentros y que sean tantos cuantos momentos podamos encontrar para que se den.
ResponderEliminarEs que todo vuelve: hay un moemnto en la vida en el cual, las hijas, necesitan distancia. Ahí los caminos comienzan a trazar una curva que, como toda curva, al principio se va alejando hasta que poco a poco, se reconecta con el camino aquel que la siguió desde abajo, sin perder de vista el vuelo, la parábola.
Nos pasa a todas. Lo bueno es darse cuenta y disfrutarlo.
Beso