sábado, 23 de julio de 2011

Había una vez un tren

Hola Diario,
hoy fue un sábado colorido. La cita era en la Estación San Fernando del tren de la Costa. Idea de Vero, que siempre en busca de nuevos enfoques, hoy nos invitó a padres, hermano, Vicky y yo a conocer una feria en un andén. Allá fuimos con las inevitables Nikon colgadas del cuello. Sin falta un post en "Alma" dará buen testimonio del paseo.
Sabores, colores, aromas, texturas, sonidos, plantas y flores. Todo ecológico, sin contaminantes, desde los exóticos brebajes indios (ricos!) y las comidas vegetarianas, hasta las lechugas y zapallos orgánicos, lanas hiladas a mano, ropa tejida para fríos polares y los tintineantes instrumentos artesanales, cada cosa invitaba a internarse en la senda de lo esencial, despojado de artificio. A la vera de los rieles, de un lado y del otro de la vía, se pretendía resaltar lo natural. (No había tomates, porque en esta época, sólo se consiguen los cultivados artificialmente).
Todo muy lejos del marketing habitual. Los desprevenidos como yo, que no habían llevado bolsa, tenían que llevarse las verduras en la mano: allí no hay plástico ni para envolver los brócolis!
Sol y naturaleza auténtica, casi lograron convencerme, hasta que apareció el tren. El no tan viejo Tren de la Costa, de recorrido corto, estético en su color verde inglés, aunque no tan popular por el costo del pasaje, hoy llegó a arruinar el escenario.
En este caso la nobleza no tuvo tiempo para obligar: evidentemente intervino el déficit para que el trencito romántico vendiera su alma al diablo. Los vagones irreconocibles, pintarrajeados con diversas y superpuestas publicidades, me hicieron pensar con tristeza en la dificultad de conservar la estética y la dignidad cuando falla la administración.
Quizás nadie se dio cuenta; la gente se acostumbra a la contaminación visual. De hecho en eso no tiene voz ni voto. Y, razonando: si para que el tren siga andando, hay que vender el estilo al mejor postor, no hay elección.
Pecado! Trataremos de consolarnos con lo otro. Con eso natural, orgánico e incontaminado que nos ofrece esa gente un poco extraña, algo hippy, que ocupa los andenes en una mañana de sol.
Pero qué paradoja!

4 comentarios:

  1. Haciendo a un lado el tren...el paseo es realmente encantador!!!
    Con más calorcito se disfruta mucho más, doy fe!
    Cariños.

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  2. Decís muy bien...dejando de lado el tren que después de todo, ahí no tenía protagonismo. Pero, ciertamente, vino a arruinar el escenario en la alegre paz de esa mañana de sol.
    Quizás mi reacción se debió a que hacía mucho tiempo que no lo veía, al tren, y realmente pienso lo que dije: es una pena ver cómo no se puede conservar, qué poca impotancia se le da a lo bello. Será que recién vuelvo de Italia donde toodo se cuida. En Milán circulan tranvías con aspecto de submarino supersónico y paralelamente, otros que datan de los años '40!
    Y vieras cómo están conservados, amarillos con algún firulete negro, unas joyitas.
    Claro,el transporte es municipal y el ministerio de conservación de las Artes,es muy severo hasta en esos detalles: si circula, debe estar en condiciones óptimas, si no que lo retiren!
    En cambio ese trencito es privado,las cosas les fueron mal y nadie se ocupa de la estética!
    Vos me debes entender seguramente a partir de lo que tenés en Vintage Aurora!
    Bueno linda! Termino de protestar, te mando un beso y sí, tenés razón...sin mirar al tren, el resto es muy simpático.
    Un beso

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  3. Nonnisssss sos lo maaaaaaaas! Tendría que haber linkeado tu post directamente, es literatura a pleno. Te quiero, que hermoso paseo juntos!

    Beso enorme!

    PD: Mi "Nikon" es una CANON y a toda honra jajajaj!

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  4. Gracias Veroooo! De veras muy lindo el paseo!Y perdón por lo de Nikon. Canon es lo más jajaja, siempre que la maneje Vero! ¿Pero porque somos tan susceptibles con nuestras camarita/otas/camaronas (no confundir con camarones)?
    Hace años que me cargan por tener una Olympus en lugar de una Sony y ete aquí que ahora s ofendió y no anda más! Uahhhhhhh!
    Besito

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