jueves, 21 de junio de 2012

Aniversario

 Hoy  caro Diario, vamos a entrar en el tunel del tiempo.

21 de junio de 1948 - Me preparaba a mi casamiento desde el Hotel de Inmigrantes...

El funcionario dijo:


"...a las ocho, acá  como  todos  los  días." ¿ Cómo, y el   casamiento?" "Desde acá la acompañará un funcionario del juzgado de  menores."  Así se hizo. Pero no a las dos. Giorgio me esperaba, puntualmente, en  el Registro Civil, con mamá, Cesarino, y los testigos: Eloy Salgado,   para él y Mendez   GonÇalvez, para mí.
            Ese día había salido el sol, pero hacía un frío terrible. El flamante novio, puso debajo de su impermeable, un forro de piel de cordero,  que lo había acompañado en los vivac de cinco años de guerra. Al ver   que pasaron las dos y luego las tres, y yo no llegaba, fue al puerto a buscarme, enojadísimo. "Qué pasa, ¿que estás esperando?" Yo estaba  sentada en un banco, medio muerta de frío y de hambre. No había  comido nada, ya que no había llegado ni siquiera la pizza. Nunca me  sentí tan desgraciada y me costaba mucho tragarme las lágrimas. Con  un hilo de voz, traté de explicar: "El funcionario no volvió. Fue a  llevar una chica polaca a casarse!" " Bueno, yo vuelvo al Registro Civil" me dijo.  "Si no llegas a las cuatro, no me caso nada!  Despido a los testigos y a otra cosa." Y se fue. Un desastre. Ahí sin  entender nada y sin preocuparme demasiado por el maquillaje, dejé  rienda suelta a mi llanto.
            Pero había más. Cuando Giorgio se iba, al pasar por la garita de guardia del puerto, lo pararon: ¿que lleva ahí abajo? - Nada, una piel de cordero, para el frío.- Pase, desnúdese.- ¿Cómo? me tengo que ir a casar, carajo! Lo palparon y... ¡váyase, felicidades, eh!  Así lo contó él, todavía enfurecido.  Nos reímos durante años.
            Finalmente, a las cuatro, llegué al Registro Civil. La alfombra roja y los sillones de felpa daban un aire de solemnidad al lugar, aunque estuvieran bastante raídos. "Acepta Ud. etc.etc...."
            "Qué le parece, después de todo esto" contestó el novio." Diga sí o no dijo el juez, si no, no vale." Cuando me tocó a mí, el hilo de voz que salió de mi garganta, promovió la hilaridad de los presentes.  Por fin terminó. Había entendido muy poco del discurso del Juez.   El funcionario-tutor que me había acompañado, tiró de malas ganas todos nuestros documentos sobre el escritorio y, sin decir ni felicidades ni nada, pegó la vuelta y se fue.
              El juez, esta vez con una sonrisa, me entregó la Libreta de Casamiento: Domicilio de Doña Rosana Giorgi decía: "Hotel de Inmigrantes" ¿Era un estigma? ¿Inmigrante yo? Noo, tal vez desterrada, exiliada de una Patria ingrata, pero ¿inmigrante? ....
             ¿Qué me decían?  Ah, sí, el señor Juez: felicidades, SEÑORA! Gracias, Señor, sí... seré feliz! Una exiliada feliz!!    
           Mamá había preparado una pequeña recepción en una confitería  cercana. Éramos siete, con los testigos y la señora Besset (la  colega). Y había flores blancas sobre la mesa. Crisantemos, redondos, gordos y blancos. Brindamos con champagne. ¿Y el anillo? La alianza  de mamá. De acero, la que le entregaron a cambio de la suya de oro,   cuando la donó a la Patria, por allá por el año '36.
             Inolvidable, ¿no? Así me casé. Con la misma ropa con la que había bajado del barco ocho días antes: la ropita interior lavada la noche anterior y un hermoso abrigo gris...  de corte italiano."
 Fragmento de Iª parte de ¿Te acordás? - Rosanna Atieri- Año 2000 

El novio estaba nervioso pero, ¿te acordás? ¡Se hizo perdonar!
 

martes, 19 de junio de 2012

Gente buena

Hola Diario,
sabés muy bien que no es cuestión de hablar por hablar. A eso se debe que a veces pasan días en que ni aparezco por acá.
Hoy estoy con ganas de recapitular o quizá de revisar los últimos días.¿En qué anduve?
En primer lugar, en tratar de serenarme, entregandome a lo de siempre y a lo nuevo que llegó con Sindia (sí con S). Mi nueva empleada es joven y se nota en el aire. Hace todo con música (en sordina...) y tiene la sonrisa pronta. No me atrevo a hacer pronósticos, por ahora está y el ahora es lo que cuenta.
Se lleva bien con Muzi y Muzi con ella.
Esto entonces  entra el primer lugar.
Pero había algo que debía "cerrar".
Con mi eternamente presente Ramona fui a la casa de la familia de Valentina. El viaje se hace largo cuando se desconoce el lugar. Pero es necesario llegar hasta el final de las cosas.
La casa de María Ester, la sobrina de Vale que estuvo con ella hasta el último momento, es una casa digna, sencilla y blanca, en un barrio sencillo, no tan lindo, con calles de tierra y huellas profundas en el barro. Mientras transitaba por ahí, pensaba con cuanta liviandad uno se pone en el lugar del otro. Quiero decir que recién al ver el entorno, comprendí cuán difícil fue para ella y ellos, enfrentar los dolorosos días de idas y venidas en busca de curas que nunca curaron.
No quiero volver a hablar de indignación hacia un sistema cruel e impostor.  Si puedo convencerme de que de algo sirve, lo diré en otra sede. Se me ocurre preguntar  ¿cuándo los humanos dejan de tener derechos?
Una vez más llego a la conclusión de que en cada uno de nosotros está la posibilidad de ayudar al otro. 
María Ester tiene hijos, hijas, nietos y tenía su tía. Es una familia amorosa, que se sustenta sobre la fe y el amor. Así, sencillamente, me envolvieron en su amor y en su fe. Agradeciéndome y bendiciéndome.
Son gente buena, personas buenas, y con esto quiero decir, mucho más que"buena gente".
llegué con dos bolsos, una campera y una caja. Era todo lo que quedaba en esta casa del paso de Valentina. Pocas cosas, a las que agregué un portarretratos con la foto que le tomé ni bien se sentó en el avión. La sonrisa es tan luminosa que nunca se apagará y es lo que quedará en la última casa donde estuvo y en la mía.
Volví más rápido, ya conocía el camino. Con Ramona, hablando de la amiga que se fue y de lo que habíamos encontrado.

No sé si corresponde decir "cerrar", tal vez solamente corresponda decir, cumplir.
Hubiera sido más fácil quedarme esperando que ellos, la familia de Vale, viniera a buscar sus cosas...total, con dos colectivos, unas cuantas cuadras entre uno y otro y medio domingo en viaje,  podían llevarse todo. 
Sí, pero yo hubiera perdido ese abrazo y esa bendición que van mucho más allá de un "gracias".






En la vida hay que cumplir sin considerarlo una carga, sin quedarse esperando que solamente se cumpla con nosotros.
Ahora estoy bien, caro Diario, te conté lo que tenía que ser contado.
Otro día hablamos de cosas lindas. Por hoy sólo hablamos de cosas buenas.

jueves, 14 de junio de 2012

El poeta nunca muere





                  ...Quiero volver a las comunes cosas: el agua, el pan, un cántaro, unas rosas....
                                                                                                          De "Góngora" - Jorge Luís Borges

       Mi modesto homenaje a Borges, con este fragmento al cual vuelvo cada vez que siento la necesidad de ordenar las ideas.
       Sólo un gran poeta puede revalorizar tan dulcemente la importancia de "las comunes cosas". 
       Sé que quienquiera que lea este verso, sentirá la misma paz que yo siento.
       
       Ésta es mi respuesta a la enseñanza:

          Quietud
     Se aquieta la tormenta.
     Un rayo de sol
     atisba entre las lágrimas
                                          del sauce.

     El pensamiento vuela
     sobre la luz
     y se disuelve
                      en una gota de rocío.

   14 de junio 2012 - Aniversario de la muerte del poeta.